Apenas dos fechas de este Mundial y todos los españoles tenemos claro qué ha sido lo mejor de nuestra Selección en este torneo: los resultados. Pero ganar no lo es todo. O al menos no debería serlo.
Aunque muchas de las selecciones favoritas empezaron con tropiezos y los equipos en la fase de grupos buscan su óptimo estado de forma para afrontar lo de verdad. La verdad es que España llegará (si no lo impide una debacle) a los cruces bajo un mar de dudas.
Dudas que comenzaron dos días antes del inicio del campeonato con el cambio de staff técnico. A Fernando Hierro le tenemos que pedir autocrítica y ambición en cada partido. España no juega para ver donde llegamos… juega para volver a ser campeona del mundo. O eso pensamos la afición.
Las dudas continuaron en la delantera con la elección de Diego Costa. Debate que tras tres goles en dos partidos parece pasarse a la otra área. La portería, en donde David de Gea tras su calamitoso error frente a Portugal, es un flan. A día de hoy trasmite la sensación de que en Rusia no agarraría ni un constipado. En general, salvo Isco, nadie está rayando a su mejor nivel en ‘La Roja’.
Contra Portugal nos excusa que nos enfrentamos al mejor jugador del mundo. Pero cuando ganas de milagro a un pastor, el cuñado de una estrella de Hollywood y un violinista (Irán) lo mejor es hacer autocrítica.
Frente a Marruecos los dos objetivos son: dar descanso al vital Busquets (apercibido por tarjetas) y evitar a Rusia en octavos. Ya sufrimos en Corea (2002) lo que puede suponer cruzarte con la anfitriona del Mundial.