El panorama no parece mejorar. Esta mañana, Estados Unidos se convirtió en el tercer país con el número más alto de casos confirmados de coronavirus en el mundo, después China e Italia, el primero con más de 81 mil y el segundo con casi 60 mil infestados. Esta coyuntura se agrava cada día, ante la negativa del gobierno de Donald Trump a implementar medidas más estrictas que frenen la propagación.
De acuerdo a El País de España, la nación del ‘Tío Sam’ a sumado cerca de 35 mil casos confirmados y 458 decesos. “El número de casos se ha duplicado desde el viernes por la tarde. Estos crecen exponencialmente a medida que se expanden las pruebas de diagnóstico por toda la geografía”, sostiene el medio español.
Nueva York se ha convertido en uno de los epicentros de la pandemia, con más de 15 mil infectados, de los cuales 4,800 fueron diagnosticados el último domingo. Ante ello, su gobernador de este estado ordenó la semana pasada el confinamiento de la población y el cierre de negocios no esenciales. Mientras que en distintos puntos de Manhattan se levantan hospitales de campaña, debido al colapso de la red sanitaria.
Sin embargo, otro es el rostro en Florida. Las playas de Miami, así como parques públicos y otros puntos de concentración masiva la vida continúa con normalidad, pese al peligro latente de contagio, ya que este virus -como se ha demostrado científicamente- se queda en el aire alrededor de tres horas.
El caso de Nueva York es importante, porque las cifras que tienen ahora son reflejo de dos semanas sin acción alguna. Si bien en todo el país se ha bloqueado la llegada de aviones de Europa y Asia, ello no ha sido suficiente para controlar la propagación del virus.
El escenario que ve Estados Unidos es el reflejo de las políticas gubernamentales que aplicó Donald Trump desde que inició el brote de coronavirus en el mundo. Desde un inicio desestimó lo que la comunidad científica dijo sobre el Covid-19, catalogándolo como el ‘virus chino’, y -como menciona El País- "diseñó un enemigo extranjero, a la medida de sus obsesiones geoestratégicas, para inflamar a sus bases con su combustible predilecto”.
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