Diego Armando falleció el último miércoles a los 60 años. (Foto: AFP)
Diego Armando falleció el último miércoles a los 60 años. (Foto: AFP)

Llegué de la radio y no me podía sacar de la cabeza el “...tara ra ra ra, life is life...”. Hoy no cerré con un reggae clásico como siempre, terminé el programa con esa canción que apenas la escuchas te imaginas a dominando la pelota... esa canción que no sabemos ni de quién es porque ya es de él.

Me tiré a la cama y me quedé dormido. Fue raro, fue rápido, como que alguien me llamara...

Apareció mi abuelo y me entregaba desde el cielo una edición especial de El Fuera De Lista. Me contaba que Dios había mandado a cerrar el purgatorio porque no era momento de juzgar, que habían demasiados demonios esperanzados en que Diego llegue ahí abajo donde tantas veces estuvo.

Luego se puso su mejor traje y hasta le pidió a su hijo que se ordene un poco la barba. Quiso formar una comisión de notables para recibir al más grande y se le notaba hasta nervioso por conocer a ese, que por más papas que puso, llevó su nombre como nadie.

De fondo tocaban los Beatles; por la batería, ya sin Ringo, se peleaban Bonham y Keith Moon; para reemplazar a Paul, esperaban tener una chance, en una mezcla celestial, el gran Bob Marley y Peter Tosh; Hector (tarde) también se hizo presente.

La música sonaba hermosa, me dice mi abuelo, y es que a falta de una sinfónica estaba un coro de ángeles. Escuchar “Maradona es mi amigo...” de Calamaro, en la voz de Lennon, era increíble. La del Potro Rodrigo no la tocaron... Dios tiene buen gusto.

Llegó Diego y al entrar le dio la mano (de ‘D10S’) a San Pedro, quien no pudo evitar pedirle una selfie y la firma de la sotana. Apenas entró lo recibieron los combatientes fallecidos en Las Malvinas y se dieron un abrazo como festejando ese gol que eliminó a Inglaterra y reivindicó, al menos un poquito, a la Argentina. “Gracias, Diego” se escuchaba sin cesar y él contestaba: “Están locos ustedes, yo solo fui un jugador de fútbol”.

El demonio impugnó la llegada y pidió que Maradona baje, metió un recurso al TAS (algunos dicen que estuvo la mano de Grondona atrás de esto). Se decidió hacer un partido, el clásico ‘Cielo vs Infierno’ para definir el tema. La cancha era de barro, como esa en Napoli, y aún así la pelota no se manchaba. Ahí, me cuenta Don Ricardo, que también alcanzó a ver a Cruyff, Garrincha, Di Stefano, Carlos Alberto y el doctor Sócrates.

Maradona dio cátedra una vez más, se puso la cinta y cuando su equipo perdía por dos goles, alcanzó a voltear el partido. Él solo y con el tobillo hecho mier***. Dios sonrió en el palco, Jesús le entregó una copa y Diego comenzó a put*** porque... porque es Diego solamente.

¡Me desperté!

La Pelangocha me mira y me pregunta si estoy bien.

Sí amor, estaba hablando con mi abuelo Ricardo.

Ernesto Carpio Tirado/Instagram: plomomagic

TE PUEDE INTERESAR

TAGS RELACIONADOS

Contenido Sugerido

Contenido GEC