Increíble, agónico, fuera de lo normal. No hay palabras que puedan describir lo que hizo anoche Kawhi Leonard en el partido en el que los Toronto Raptors vencieron a los Philadelphia 76ers y lograron el cupo a la final de la Conferencia Este de la NBA.
A falta de cuatro segundos para el término, los Raptors y los Sixers estaban 90 a 90. Un solo error o un solo acierto daría al ganador de este juego. Pero los Toronto, locales, no estaban dispuesto a perder, Kawhi Leonard no estaba dispuesto a caer.
El alero tomó el balón, dribló a sus rivales y desde una esquina lo lanzó. Mientras el esférico llegaba al aro, sonaba la chicharra y el reloj marcaba cero. Todo dependía del tiro de Leonard. Si no entraba era el fin.
Rebotó una vez. Silencio en el Scotiabank Arena de Toronto. Rebotó otra vez y el silencio parecía interminable. Pero el silencio no puede perdurar y el balón se encargó de eso. Después del segundo rebote, el balón caminó un poco por el aro y finalmente, para alegrías de los locales, entró. La euforia estalló. No había nada que hacer para los Sixers. Leonard, una vez más, había llevado a su equipo a la gloria de la NBA.
Este partido también hizo historia: fue la primera que un séptimo juego de una serie de semifinales de la NBA se define con un enceste mientras el reloj marca cero. Ahora los Toronto Raptors enfrentarán a los Milwaukee Bucks por las finales del Este.
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