El Real Madrid empató hoy ante el Legia de Varsovia (3-3) en un partido descafeinado debido a la ausencia de público, con un ambiente más pareció a un entrenamiento que a un choque de Champions League, especialmente en un estadio donde habitualmente la afición no para de cantar hasta el último minuto.
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En ese ambiente desangelado, el pequeño grupo de aficionados del Madrid se empeñaba en animar a los jugadores a pie de campo, conscientes de que en un estadio vacío los futbolistas pueden llegar a perder la concentración al pensar que no están disputando un partido serio, y éste, desde luego, no era el caso esta noche.
Puede que esa falta de concentración fuese lo que le complicó al Real Madrid el encuentro, aunque antes del choque Zidane ya había dicho que jugar sin público "no es ninguna ventaja", aunque aseguraba que sus jugadores estarían concentrados en todo momento "como buenos profesionales".
Lo cierto es que la noche de Varsovia ofreció uno de esos escasísimos partidos de primer nivel donde puede escucharse el verdadero ruido del fútbol, el golpeo de la pelota, los gritos de los entrenadores o la rabia de los jugadores al perder un balón, y así fue el extraño encuentro que el Real Madrid jugó hoy contra el Legia de Varsovia.
Con el estadio de los polacos cerrado por la sanción de la UEFA, los poquísimos espectadores presentes vivieron una noche fría en un estadio fantasma, y no sólo por las bajas temperaturas (5º) sino también por esa sensación de silencio donde debería haber ruido, similar a lo que se siente al ver la televisión sin volumen o al pasear por una gran ciudad en una madrugada de agosto.
En ese ambiente inocuo una de las pocas ventajas la tuvieron los entrenadores, que pudieron transmitir las instrucciones a sus jugadores con mucha más facilidad que en un partido normal, poco consuelo éste para un partido de Liga de Campeones donde se echó de menos a los aficionados, un encuentro sin esa salsa que ponen los gritos y la emoción de las gradas.
Aún así, difícil concentrarse en la que fue la tercera experiencia europea del Real Madrid en disputar un encuentro sin público, y la cuarta para los polacos, la última en 2013 ante el Apollon Limassol, en la liga Europea, como castigo por las bengalas y los símbolos racistas exhibidos por los legionistas.
La gran alegría se la llevó la afición del Legia, que celebró el empate como una victoria ante el campeón de Europa.
Mientras, en los aledaños del estadio, la policía veló para evitar incidentes, sin que los temidos ultras legionistas se dejasen ver, a pesar de que a lo largo del día se había especulado con que se concentrarían a las puertas del recinto.
El estadio del Legia estuvo hoy cerrado a cal y canto por la sanción de la UEFA impuesta tras los disturbios que un grupo de aficionados legionistas protagonizaron durante el partido que su equipo disputó contra el Borussia Dortmund el pasado 14 de septiembre (0-6), incluidos cánticos y lemas racistas y xenófobos.
Fuente: Efe
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