Los ‘play-off’ de ascenso, la final de 2024 y los disturbios originados en la pasada Eurocopa complican las posibilidades de Wembley de ser elegida como sede para la final de la Champions League que se disputará el 28 de mayo, en reemplazo de la más que probable sustitución de San Petersburgo, debido a la guerra en la que está inmersa Rusia con Ucrania. La UEFA tiene tres meses por delante para localizar un nuevo estadio.
No es una situación nueva para la institución futbolística, después de haber tenido que cambiar sus planes dos años seguidos, primero en 2020, trasladando el partido por la ‘orejona’ de Estambul a Lisboa, y más tarde en 2021, cuando la ciudad turca volvió a perder la final en favor de Oporto. En ambas ocasiones fue la incidencia de la covid la que obligó a virar la elección de sede a última hora.
Ahora, la UEFA cuenta con tiempo para poder planear con detenimiento cuál es la ciudad adecuada para hospedar la final y Wembley sobresalió junto a los nombres de otras candidatas como Madrid, Ámsterdam y Roma.
Pero el estadio del oeste de Londres mantiene varios problemas a la hora de posicionarse como favorito para celebrar la que sería su tercera final de Champions este siglo, tras las de 2011 y 2013. El más inmediato es que la UEFA ya designó Wembley como sede para la final de 2023, un nombramiento que se retrasó un año, hasta 2024, debido a la pandemia. En caso de otorgarle esta temporada la final, Wembley habría albergado tres finales desde 2011, más que ningún otro estadio.
Otro inconveniente es que en la fecha de la final se tienen que disputar en Wembley los ‘play-off’ de ascenso del fútbol inglés. El 28 de mayo la final de ascenso a League One (Tercera división) y el 29 de mayo el partido de ascenso a la Premier League, conocido como el encuentro en el que más dinero hay en juego del mundo por los bonus al llegar a la máxima categoría del balompié inglés.
Tampoco juega a favor de Wembley la imagen que dio el aficionado inglés en la pasada Eurocopa, cuando los disturbios alcanzaron un nivel de vergüenza sin precedentes para el país en la final entre Inglaterra e Italia. La seguridad del estadio se vio sobrepasada, no se realizó un buen perímetro de seguridad en torno al estadio y hubo un total de 90 detenidos en los aledaños de Wembley.
Este episodio ya precipitó la caída del Reino Unido como candidata al Mundial de 2030, aunque no ha impedido al país presentar su candidatura para la Eurocopa de 2028.
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