Ousmane Dembélé llegó al Barcelona en agosto del año pasado y conoció un mundo completamente distinto para él. Un nuevo idioma, nuevas costumbres, sorprendieron al jugador francés que no supo adaptarse rápidamente al club. A todo esto, se le sumaron las lesiones, creando una bola de nieve basada en incomodidad.
Junto a Dembélé llegó Coutinho, pero el brasileño ya conocía a Luis Suárez, por lo que su ingreso al grupo fue más fácil. Dembélé trabajó más y se supo ganar el cariño de Leo Messi y los más pesados del grupo; sin embargo, algunas actitudes cuando parecía estar asentado no ha gustado en el vestuaio.
Según El País, al llegar a Barcelona, a Dembélé no le gustaba el chofer que le asignaron, por lo que lo cambiaron de inmediato. El club colocó un cocinero francés para que le prepare el desayuno, la comida y la cena. La situación parecía resulta, pero llegaron otros problemas. La impuntualidad en los entrenamientos, viajes relámpagos sin el conocimiento de los responsables y la falta de compromiso en las actividades comerciales del club.
“No se entera de mucho, pero parece que tampoco se quiere enterar”, afirman desde la interna del Barcelona. El inicio emocionante de temporada (cinco goles en seis partidos) terminó por apagarse y ya no ilusiona más a los fanáticos.
El partido ante Sevilla habría marcado un antes y un después. Dembélé fue el encargado de reemplazar a Messi luego que este salga por una fractura en el brazo, pero se demoró demasiado en ingresar. Ernesto Valverde cree que el francés tiene mucho que aprender pero la actitud de este no parece querer hacerlo.