El coqueteo empezó en diciembre de 2011, por las lejanas tierras de Japón en la final de un Mundial de Clubes. Neymar Jr., por entonces un adolescente de 19 años con pelo al estilo mohicano pintado de rubio y un descaro precoz en la cancha, encabezó al Santos de Brasil en la titánica tarea de enfrentar al Barcelona de Lionel Messi, Xavi Hernández y Pep Guardiola, quizás la máquina de jugar al fútbol más formidable jamás vista.
Esa sociedad, apodada la “MSN” por las iniciales de cada uno, quedó disuelta el miércoles tras el anuncio del Barcelona de que Neymar comunicó su intención de irse del club. Ahora con 25 años, el deslumbrante delantero emprende camino al norte de la frontera española, donde lo aguarda un Paris Saint-Germain que, gracias al capital casi interminable de sus dueños cataríes, parece ser el único equipo del mundo capaz de pagar los 222 millones de euros (262 millones de dólares) de la cláusula de rescisión de la renovación de contrato que el brasileño firmó hace poco más de ocho meses.
“Es un jugador fundamental para nuestro equipo”, afirmaba hace dos semanas el presidente del Barsa, Josep Bartomeu, en una entrevista con la AP en la que aseguró que el brasileño no estaba en el mercado. “Ese tridente da miedo a otros equipos, y han hecho grandes temporadas y queremos que siga siendo así”.
Ahora, Neymar será el macho alfa de una manada que incluye al uruguayo Edinson Cavani, el argentino Angel Di María y el brasileño Dani Alves, otro de sus compinches fuera de la cancha que acaba de llegar al PSG procedente de la Juve, y que habría sido determinante en el cortejo parisino.
“Oh Neymar, no hay ninguna dirección a dónde ir después del Barcelona que no sea en retroceso”, tuiteó el ex delantero inglés Gary Lineker, quien jugó tres temporadas con el 'Barza' a fines de los 80 antes de irse al Tottenham.