La llegada de Neymar al FC Barcelona no deja de abrir aristas por doquier. Una de ellas es la llave principal de la puerta del brasileño en la Ciudad Condal: Ousmane Dembélé. Con el PSG dubitativo acerca de las ofertas realizadas por el cuadro azulgrana, Leonardo –director deportivo del equipo francés– está convencido de que para dejar ir al brasileño tiene que llegar un futbolista con la proyección del francés.
Sin embargo, el representante del joven de 22 años, Moussa Sissoko, lo tiene claro. “Se quedará en el Barza al 100%. Quiere ganarlo todo con ellos”, señaló al medio francés, Telefoot. Ahora, teniendo en cuenta que no ha podido brillar como ‘culé’ y pensando en la proyección que todavía tiene, ¿no le convendría salir a un club donde ganará protagonismo y confianza gracias a una figura en particular?
Lo que pasa es que en el Parque de los Príncipes lo espera el técnico Thomas Tuchel, con quien ya trabajó en el Borussia Dortmund y encontró su mejor rendimiento. El poco entendimiento con Ernesto Valverde, las lesiones y los casos de falta de profesionalismo en España (viajó a Senegal sin decir que estaba lesionado) lo han llevado a un contexto poco adecuado para su futuro. Por eso, que llegue a Francia y se reencuentre con el técnico alemán no sería del todo descabellado. Es más, le convendría.
Es que más allá del talento individual con el que llegó desde el Rennes, Dembélé le debe gran parte de su salto cualitativo al ahora estratega parisino. Fue Tuchel quien lo llevó a otro nivel y lo hizo ver como una de las grandes estrellas mundiales, cuando ahora en Barcelona parece ser un chico de mucho talento, pero que no llega a los estándares que parecía tener en la Bundesliga.
La clave de su explotación
Con 20 años, el futbolista francés llegaba a Alemania como una gran apuesta de los ‘borussers’. Una muy buena temporada en la Ligue 1, donde anotó 12 goles y dio 5 asistencias (además de su desequilibrio individual), convenció al cuadro del Signal Iduna Park de que ese chico era el indicado para motivar nuevamente a los aficionados que habían visto en los últimos años cómo se iban Roberto Lewandowski o Mario Gotze.
Nuevamente fue solo un año futbolístico lo que le bastó para dar un nuevo paso hacia adelante. En su debut en Champions League protagonizó ocho goles (dos tantos y seis asistencias), mientras que en el torneo alemán fue protagonista en 18 ocasiones, de las cuales 6 fueron goles y las otras 12, asistencias. Había algo en él que confirmaba que en tres cuartos de cancha podía ser fundamental para cualquier equipo que aspirara a todo.
Pero más allá de lo que señalan las estadísticas, Ousmané Dembélé enamoró a todos por su desparpajo para jugar, su dominio de los dos perfiles y su corta edad. No había razones para pensar que su futuro no estaba más cercano al Balón de Oro que a la irregularidad, pues con Tuchel había demostrado que no solo era un extremo clásico con mucha velocidad, sino que también podía jugar por dentro.
Es indudable que le costaba en espacios reducidos, ya que su explosión se daba cuando podía correr, pero aún en el ataque posicional que muchas veces protagonizaba el Borussia Dortmund, el francés destacaba. Con más libertad que en el Barza, Dembélé solía recibir por dentro buscando las aberturas en las defensas para romper las costuras con cambios de ritmo.
A diferencia de en el Camp Nou, en Alemania, Tuchel no lo tenía pegado a la línea de cal, sino todo lo contrario. Con laterales en posiciones muy avanzadas, el francés se liberaba, encontraba los espacios producidos por sus compañeros y daba ‘ese’ pase que necesitaba el equipo para ganar la gran mayoría de partidos.
Con la ‘7’ en la espalda, Ousmané era el cerebro del equipo, el ‘10’ –no clásico– que necesitaban las abejas para picar en la flor adecuada. Decisiones casi siempre adecuadas con cambios de orientación para liberar zonas o el famoso freno (que parece ya no tener en España) que le permitía parece ir a otra velocidad. Era imparable y los mejores clubes del mundo ya lo sabían.
Lo que pasó cuando Bartomeu pagó los 125 millones de euros por él ya todos los sabemos. Ahora tiene la posibilidad de volver con Thomas Tuchel, el técnico que lo llenó de confianza, que le dio la libertad para brillar y sobre todo que está en el país donde nació y que, al parecer, lo quiere. Tiene la oportunidad de ir a PSG ahí y dependerá de él volver a ser lo que alguna vez pareció.
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