Considerado el Golden Boy tras el Mundial Francia 1998, Michael Owen empezó a escribir una linda historia de fútbol que algunos años después se transformó en una pesadilla. El retirado jugador británico confesó que en los últimos años de su carrera llegó a odiar el fútbol y cientos de sus hinchas en Facebook comentaron esta situación.
En entrevista con BT Sports, el delantero que pasó por Liverpool, Real Madrid, Manchester United, Newcastle y Stoke City, confesó que la lesión crónica que sufría en las piernas originó miedo en él y eso derivó en un triste y silencioso final de su carrera.
"Cuando me lesioné los abductores por primera vez, se acabó todo para mí. Cambié mi forma de jugar y ya no fui el mismo. En los seis o siete últimos años de mi carrera me transformé. Me horrorizaba la posibilidad de rematar cuando tenía espacios. Sabía que me había roto el adductor", dijo Owen.
"Y lo peor - agregó - es que mis instintos me decían que hiciera lo de siempre. Nací para ser futbolista. Y, en cambio, recuerdo que cuando McManaman cogía el balón y me la podía pasar en profundidad, pensaba 'no, no lo hagas por favor, pásamela en corto'".
Y lo peor vino cuando ficho por Newcastle y empezó a convivir con las largas paras por lesión. "Lo perdí todo. Y durante esos seis o siete años odié el fútbol. No veía el momento de retirarme, porque el que estaba en el campo no era yo. Y lo peor es que luego entré en un estado mental en el que ni siquiera estaba en condiciones de patear. Y entonces me escondía, me metía en zonas del campo donde no estaba nunca", señaló.