Y apareció cuando más lo necesitaba, con Argentina al borde del abismo. Solo, Lionel Messi evitó una catástrofe a último momento y llevó de la mano a la albiceleste al Mundial Rusia-2018.
Todo empezó de la peor manera, como para agitar los fantasmas del desastre. Antes del minuto de juego, Romario Ibarra aprovechó un error de Javier Mascherano y puso al rival Ecuador al frente.
Y encima, el visitante debía luchar contra los 2.850 metros de altitud de Quito. Se veía cuesta arriba, pero el mago Messi frotó la lámpara y con una jugada típica del Barcelona volvió a la vida a la albiceleste al minuto 11.
Y siete minutos más tarde, el muchachito de la película robó un balón en la boca del área y metió un furibundo zurdazo que dejó parado al portero Máximo Banguera.
Y había más, como para coronar su noche perfecta: al minuto 62, la Pulga enganchó, dejó atrás a cuanto ecuatoriano se le acercó y la colgó de un ángulo. A lo Messi.
No sería necesario acudir a las estadísticas para medir la influencia de Messi, pero vale la pena una: de los últimos 5 goles de Argentina en la eliminatoria 4 fueron anotados por Messi y un autogol. No marca alguien distinto de Lionel desde hace 1 año.
De este modo, la albiceleste jugará la duodécima cita máxima consecutiva, de las cuales ganó dos (1978 y 1986) y fue subcampeón en otros dos (1990 y 2014). Un palmarés de élite.
Hoy la albiceleste revirtió un inexplicable antirécord: apenas había anotado 16 goles en 17 partidos, la peor marca en estas eliminatorias detrás de la eliminada Bolivia, con 14.
Fuente: AFP