El fútbol mundial está de luto. Cuatro jugadores del Al Shabab, un club que milita en la primera división de la Liga Árabe del Golfo, fueron decapitados por el grupo terrorista Daesh, una subdivisión de ISIS, a vista y paciencia de los ciudadanos de Raqqa, en Siria.
Se trata de Osama Abu Kuwait, Ihsan Al Shuwaikh, Nehad Al Hussen y Ahmed Ahawakh, quienes fueron acusados de alta traición al Estado Islámico. Los terroristas argumentaron que los futbolistas eran espías de un grupo rebelde kurdo, sector rival de Daesh.
No es la primera vez que Daesh realiza un acto como este. El pasado 14 de mayo, una peña de hinchas madridistas en Irak sufrió un ataque terrorista en su sede de Balad. El local, conocido como 'Irak blancos', está ubicado a 80 kilómetros del norte de Bagdad. En aquella ocasión perdieron la vida 16 personas.
Es necesario saber que en los territorios administrados por ISIS, el fútbol está vetado, puesto que es considerado como un elemento distractor de la sociedad que no le permite a la gente cumplir con sus deberes religiosos. Ver el fútbol como practicarlo es causal de castigo.
La Liga Árabe del Golfo está próxima a empezar su temporada 2016-2017. Para nosotros también es familiar porque Jefferson Farfán juega en un club rival del Al Shabab de Dubai, el Al-Jazira de Abu Dabi.
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