El fútbol peruano seguirá con respirador artificial mientras la improvisación sea protagonista de todo lo que sucede en nuestro balompié. Hoy, por ejemplo, se suscitaron tres casos que reflejan que cada vez estamos peor. No uno, sino tres.
Caso 1: Estadio Magallanes, San Miguel. Partido por la Copa Federación entre Alianza Lima y César Vallejo de la categoría 2001. El central íntimo de apellido Iparraguirre se lesiona y, para sorpresa de todos, no había ambulancia. Ernesto Arakaki, coordinador de las inferiores de Alianza, tuvo que salir corriendo a la calle a traer un taxi para llevar al chico a la clínica.
Caso 2: Huancayo. Partido por el torneo de reservas entre Sport Huancayo y Deportivo Municipal. Decimos partido de manera irónica porque finalmente no se llegó a jugar. ¿El problema? No había ambulancia. Buena decisión del árbitro. Sin embargo, clara muestra de que en nuestro fútbol reina la improvisación.
Caso 3: El equipo de la reserva de Alianza Lima se quedó botada durante el viaje en bus a Ayacucho porque este se quedó sin gasolina. Pero eso no es lo peor. Lo grave es que no tenía ninguna galonera de repuesto. Dos horas tuvo que esperar el plantel para retomar el camino. ¿Dónde está la ADFP? ¿La FPF? No se fiscaliza, solo se firma.
Los tres casos anteriores ratifican que la improvisación reina en nuestro fútbol. La Federación Peruana de Fútbol (FPF) debería tomar nota de estos casos y entregar soluciones en lugar de pensar en colocar carteles de un supuesto "cambio" en las principales avenidas de Lima. Si el proyecto Qatar 2022 quiere funcionar, debe atender los detalles.
Ojalá la FPF actúe tan rápido como lo hizo para desmentir a Gallese tras el audio en el que se escuchaba a un supuesto Pedro difamando a Edwin Oviedo.
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