Política, fútbol y religión tienen que ir por ramas opuestas, dicen muchos. Otros prefieren tomarlo con pinzas, pues consideran que lo espiritual no solo tiene peso en su vida deportiva, sino también en la cotidiana. Paulo Gallardo, joven delantero de Sporting Cristal, es la confirmación de ello después de asegurar que dejará el fútbol para hacer proselitismo (Empeño o afán con que una persona o una institución tratan de convencer y ganar seguidores o partidarios para una causa o una doctrina).
Así como el atacante –o exatacante, mejor dicho– del último campeón peruano, hay otros casos a nivel mundial que se han dejado influenciar por el inmenso poder que tuvo la religión en ellos hasta el punto de colgar las botas o simplemente tener ciertas acciones que los limitaban a determinadas cosas dentro de la actividad profesional que desempeñaban.
El primero que viene a la cabeza es el caso del exarquero argentino Carlos Roa. Recordado por atajar el penal con el que su país eliminó a Inglaterra en la Copa del Mundo de Francia 1998, el golero debía dejar el deporte rey con 29 años para ser sacerdote en la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Sí, un posible traspaso al Manchester United se truncaba por las decisiones espirituales de un muy buen futbolista que llegó a su pico más alto con el Mallorca de España.
Pero si pensamos en los ‘red devils’ es inevitable no recordar a un nombre en particular: Wayne Rooney. El exdelantero del cuadro de Old Trafford también tuvo acercamientos muy potentes con la religión y en un momento estuvo cerca de dejar la pelotita. En el diario inglés Sunday Times reconocieron que el inglés pudo haber sido sacerdote. Felizmente para los fanáticos del fútbol no fue así.
Jugaron con peruanos
Así como Gallardo decidió por la religión, otros peruanos tuvieron compañeros a nivel internacional que siempre se sintieron muy cerca de Dios. El primero de ellos es Ze Roberto, quien compartió vestuario con Claudio Pizarro en el Bayern Munich, y fue parte de los ‘Atletas de Cristo’ junto a otros brasileños como Taffarel, Lucio, Kaká o Bebeto.
Aunque el volante de Brasil nunca se retiró del deporte rey por culpa de la religión, sí se supo que culminada su carrera quería destinar gran parte de su tiempo con Dios. Estudiar la Biblia o asistir a misa constantemente parecían ser dos de sus prioridades.
La potencia de los ‘Atletas de Cristo’ para con la religión era tan fuerte que tras el mundial de 1994 creyeron que la responsabilidad del título pasaba porque Roberto Baggio era budista; mientras que Taffarel era de los suyos y “de la parte buena” de la vida. Está claro que cuando empiezas a generar juicios de opinión sobre lo que creen otros es que ya superaste la línea de pensamiento racional.
En el PSV, Jefferson Farfán compartió equipo con Johan Volanthen, colombiano de nacimiento pero con pasaporte suizo, quien tras la Eurocopa de Portugal en el 2004 y una lesión se acercó mucho a la Iglesia Adventista, lo que le impedía jugar al fútbol los días sábados pues ese era el día de descanso. Tal decisión terminó haciendo que su carrera vaya de mal en peor y hasta el 2018 jugó en el Wil de la segunda división suiza.
Como estos hay muchos casos similares. Kanouté tapaba los anuncios de apuestas deportivas en las camisetas del Sevilla porque el Islam lo prohibía, Dudu Aouate recibió críticas de políticos israelíes por haber jugado un partido durante el Yom Kippur (celebración donde no puedes realizar actividades); mientras que Lee Young Pyo se negó a salir del Tottenham porque “Dios le había dicho que no vaya a la Roma”.
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