Lo ganamos antes de jugarlo en la cancha. Los hinchas celebramos antes de tiempo. Claro, nos empachamos de triunfalismo. Por eso, el empate que sacó Perú de visita ante Nueva Zelanda sabe a poco y por las calles muchos comenzaron a bajarse de la combi.
No importa, total, nunca fue fácil, y menos para los de Ricardo Gareca, que, en el fuerte viento de Wellington, tuvo más la pelota y hasta dio la impresión de ser superior en el juego. Pero lo cierto es que no supo soplar con fuerza en los últimos 20 metros y regresará a casa con la obligación de romper una muralla defensiva y, a la vez, intentará no recibir goles para no complicar la clasificación al Mundial.
a) En el trámite del partido, Nueva Zelanda defendió hasta con 10 hombres en el fondo. De hecho, fue fuerte en volumen, pero desordenado en varios pasajes. Sin embargo, Perú no encontró los espacios necesarios para hacerle daño, porque se desesperó y, consecuentemente, terminó jugando a comodidad del rival. Y es ahí donde los ‘kiwis’ crecieron e hicieron daño en las pocas que llegaron al arco de Pedro Gallese, pese a la solvencia de Rodríguez y Ramos.
b) Perú, en su intento de jugar con el balón al piso, decidió mal en los últimos metros del arco, con un André Carrillo opaco, con un Yoshimar Yotun con poca chance de armar contragolpes con pelotazos largos, con un Edison Flores extraño, con un Christian Cueva empeñoso y con un Jefferson Farfán absorbido por los defensas grandazos.
No se perdió de visita, que era lo más importante. En Lima, la pelota debe entrar, y, para ello, Gareca debe cocinar el mejor plan. La llave está abierta. Y Perú tiene que cerrarla, con su gente, con la que siempre están.
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