Un equipo puede mutar por diversos motivos. Los jugadores, el entrenador o el momento anímico influyen en lo que se ve por parte de un conjunto dentro de la cancha de fútbol. La selección peruana ha cambiado y, en ese cambio, se han unido los tres factores que rescatan el trabajo de Ricardo Gareca.
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El técnico argentino, quien llegó al Perú a inicios del 2015, ha trabajado escalonadamente. Primero mantuvo el equipo acostumbrado con los matices agregados por su idea de juego, que se ha mantenido durante todo su proceso con ciertas variaciones. Luego, siendo más conocedor del contexto nacional, hizo un cambio drástico: rompió esquemas, formó grupo y amplió el universo de convocables.
Porque el 'Tigre' rompió las bases y, aunque algunos digan lo contrario, empezó de cero. La 'bicolor' dejó de depender de los consagrados para empezar a formar consagraciones. El argentino, quien nos dejó fuera de México '86 y cuyo gol, así suene exagerado, significó un antes y un después en el destino de nuestro fútbol, empieza a trabajar con la cabeza: observando, analizando y potenciando.
Desde su llegada, nombres propios como Renato Tapia, Aldo Corzo, Miguel Trauco, Christian Cueva o Edison Flores inician a despegar de la mano de su país. Sí, Gareca bajó el nivel individual de la selección porque dichas personas no serían noticia, hoy en día, si no fuese en desmedro de Luis Advíncula, Jair Céspedes, Carlos Lobatón, Jefferson Farfán o Claudio Pizarro, nombres, sin duda, con más experiencia que los anteriores.
Volver competitivo al futbolista peruano, tan poco acostumbrado a los grandes retos, parece ser la tarea de un entrenador que asegura no importarle el recambio generacional. Su equipo suma experiencia, la de Paolo Guerrero y Alberto Rodríguez, e ilusión de almas jóvenes que buscan olvidar el pasado para cambiar el futuro.
Es cierto que los clubes no ayudan en dicha competitividad (ninguno demuestra fortaleza a nivel internacional) y el trabajo en la selección se torna más complicado. Aun así, el argentino ha jugado con 32 seleccionados que, en este momento, disputaban el Descentralizado. Cuenta, además, con siete jugadores dentro de su once base que, cuando él llegó, jugaban en el país. Cuatro ya salieron y tres están por hacerlo. Gareca no lo hizo tan difícil, simplemente decidió creer en ellos para que ellos crean en él.
Hoy, sin divisiones inferiores consolidadas, empiezan a querer a nuestros futbolistas. Hoy, siendo octavos de la tabla, empezamos a ser elogiados en el extranjero. Hoy, más allá de las carencias individuales, decidimos creer y reconocer a nuestros compatriotas porque un argentino, de nombre Ricardo Gareca, nos dio el mensaje que era posible potenciar el talento a través de trabajo. Hoy, la selección es otra y el futuro, prometedor.
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