Presta mucha atención. El Simulacro Nacional y el sismo que se vivió el pasado 19 de septiembre en México demostraron que vivir preparados para un desastre natural es indispensable para salvaguardar la integridad de nuestros seres queridos. En esta misma línea, es vital contar con una mochila de emergencia y el botiquín de primeros auxilios. Conoce los detalles que debes tener en cuenta para armar la tuya cuanto antes.
México es caracterizado por ser un país altamente sísmico y existen sectores que podrían ser muy afectados ante un posible desastre. Esto se debe a que se encuentra ubicado en una región de mayor actividad sísmica y volcánica a la que se le conoce como el “Cinturón de fuego del pacífico”. En esta zona, las aguas del océano pacífico se encuentran por encima de varias placas tectónicas; es decir, reposan sobre ellas. Todo esto hace que estén en constante fricción y cuando esa energía es liberada se registran los movimientos telúricos.
El territorio mexicano está rodeado por 5 placas tectónicas como son la de Norteamérica, de Rivera, del Pacífico, de Cocos y la del Caribe. Esto hace que dos tercios de México se encuentren en un significativo riesgo sísmico.
Por ello, se recomienda tener a lista una mochila de emergencia la cual pueda ser llevada por las familias cuando ocurra un sismo o desastre natural.
Pero lo que muchas personas se preguntan es ¿qué tipo de mochila?, ¿qué debe llevar? ¿por cuanto tiempo debo almacenar?, entre otras interrogantes.
Para empezar se recomienda que sea una mochila impermeable y que tenga costuras reforzadas, dejando libres los brazos. Lo que se debe llevar en ella son los siguientes elementos, según la Secretaria de Gobernación y Protección Civil.
La Coordinación Nacional de Protección Civil brinda algunas recomendaciones para armar una buena mochila de emergencia que te será vital durante las primeras 48 horas del suceso. A continuación, te contamos algunas de las más importantes.
La gran cantidad de sismos suceden debido al Cinturón de Fuego del Pacífico. Esta es una larga cadena tectónica de 40 mil kilómetros con forma de herradura que mantiene una constante actividad sísmica y volcánica. Esta zona comprende los países americanos bañados por el océano Pacífico, el océano Índico y varios asiáticos. Y es aquí donde ocurre el 90 por ciento de la actividad sísmica del planeta. México se ubica en esta zona, debido a esta razón ocurren tantos sismos.
El 27 de marzo de 1877, México temblaba a gran escala y este ha sido, hasta ahora, el más fuerte sismo de la historia. Cerca de las 11:00 horas, el epicentro fueron las Costa de Oxaca y un impacto de 8.6 de magnitud causó grandes daños en este país que no sabía como reaccionar ante tan inesperado hecho.
A este sismo también se le conoce como ‘El gran tsunami mexicano’, debido a que la ruptura provocó uno de los mayores daños en la historia de Oaxaca, al inundarse todo a su paso hasta seis kilómetros tierra adentro, cerca de Pochutla, hoy Puerto Ángel, y se extendió aproximadamente a lo largo de los 450 kilómetros que abarcan las costas oaxaqueñas.
Documentos del Siglo XVIII muestran que, las costas estaban escasamente pobladas lo que provocó un número relativamente bajo de víctimas para un tsunami de esa magnitud.
Los sismos son las vibraciones de la tierra ocasionadas por la propagación en el interior o en la superficie de ésta, de varios tipos de ondas. Los sismos ocurren porque la tierra está cubierta por una capa rocosa conocida como litosfera, con espesor hasta de 100 km, la cual está fragmentada en grandes porciones llamadas placas tectónicas.
La movilidad de éstas ocasiona que en los bordes, donde las placas hacen contacto, se generen esfuerzos de fricción que impiden el desplazamiento de una respecto a la otra. Si dichos esfuerzos sobrepasan la resistencia de las rocas, o se vencen las fuerzas friccionantes, ocurre una ruptura violenta y la liberación repentina de la energía acumulada.
Actualmente se usa la escala de Magnitud de Momento (Mw), además de la escala de Magnitud Local (ML) que es la “calibración” de Richter para usarlo en cualquier parte del mundo pero con una importante saturación para sismos grandes.
Después de notar que la escala de Richter sólo era válida para ciertos rangos de frecuencia y distancia, se desarrollaron otras medidas. Esta escala fue creada alrededor de los años 30 por el estadounidense Charles Richard, quien buscaba medir la energía liberada por los movimientos telúricos de California.
Por lo tanto, la magnitud de los sismos ya no se miden en grados y menos aún de la escala de Richter. Ahora lo correcto es decir “un sismo de magnitud 8.2″ o la cifra que se le asigne.
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