“Es una pena, pero ¿qué quieren que haga?”. Así de fría fue la respuesta de Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, ante las nuevas cifras de incremento de muertos por coronavirus en su país, el más afectado en la región.
Si hay un mandatario que ha demostrado morir en su ley, es el nacionalista y conservador jefe de Estado del país sudamericano, quien comenzó afrontando la pandemia del COVID-19 reduciéndola a una simple ‘gripecita’ y ahora afronta más de 5 mil muertos, pero mantiene su renuencia a tomar medidas drásticas de combate.
Un nuevo récord de muertos (474) y superar ‘oficialmente’ a China (que registró menos de 5 mil decesos), llevó al presidente a responder de una forma inesperada, pero que no causó mayores sorpresas.
“¿Y entonces?”, agregó Bolsonaro frente a la insistencia de los periodistas, para agregar que, aunque su segundo nombre es Mesías, no es capaz de “hacer milagros”. También dijo lamentar la situación sanitaria del país y expresó su “solidaridad a las familias que perdieron seres queridos”. Pero, terminó con un "así es la vida”.
“Mañana seré yo. Lógicamente, uno quiere tener una muerte digna y dejar una buena historia”, apuntó el presidente brasileño.
Los hospitales de estados dos estados brasileños hicieron un llamado al Departamento de Salud del país para que el sector privado ayude con el acondicionamiento de camas de cuidados intensivos por el temor al colapso de sus centros de salud.
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