Su carrera lo pinta de cuerpo entero. No es un don nadie, como algunos intentan llamar a otros. Carlos Queiroz tiene 66 años, la experiencia como aliada y una trayectoria de primer nivel donde pasó de ser asistente de Sir Alex Ferguson en el Manchester United hasta a dirigir al Real Madrid pasando por la selección portuguesa.
Aunque su pasaporte lo describa como un lusitano más, el veterano técnico que ahora dirige a la selección colombiana no nació, precisamente, en el ‘Viejo Continente’. La dureza de sus planteamientos parece haber nacido un poco más lejos: en lo que era la África Oriental Portuguesa, ahora conocida mayormente como Mozambique.
Habiendo dirigido a estrellas de la talla de Luis Figo o Rui Costa, o hasta a ver vaticinado, en Manchester, el futuro de Cristiano Ronaldo cuando lo llamó a su despacho para decirle “en el área es donde tú puedes marcar la diferencia y tener mayor impacto” (como terminó haciendo en el Real Madrid o en la Juventus), quizás el mayor logro deportivo y profesional haya sido su capacidad de estudio para lograr lo que hizo en Irán.
Antes de ser un reconocido de los banquillos, el africano se centró en la investigación. Como le comentaba a Diego Torres en una entrevista con El País (España) antes de Rusia 2018, mientras todos realizaban maestrías sobre biomecánica o fisiología, él se centró únicamente en la metodología de los entrenamientos de fútbol. Al final, a través de las conclusiones de dicho trabajo (“todo entrenamiento se sustenta en tres factores: espacio, tiempo y número”) es que Queiroz sentó la base de una pirámide que ahora lo tiene como principal favorito a ganar la Copa América.
Pero antes de ganar la pulseada por ser técnico de los ‘cafeteros’ tras la salida de Pekerman, Carlos tuvo un paso exitoso por el fútbol asiático. En Irán no solo hizo que la selección de dicho país clasifique a dos mundiales consecutivos por primera vez en su historia, sino que le dio una seguridad en sí mismos que ahora se puede comprobar en Sudamérica. De la mano del portugués, los iraníes batieron un récord de 1 108 minutos sin encajar un gol: el orden, la concentración defensiva y la competitividad parecían ser el sello de un entrenador que tenía todo estudiado.
Adaptación en poco tiempo
Tras problemas con los altos cargos en el fútbol asiático, la experiencia de Queiroz por esos lugares llegó a su fin. Al mismo tiempo, el argentino que había guiado a Colombia a Brasil 2014 y Rusia 2018 decidía, también, que su etapa debía culminar. El cambio de mando asustaba, de alguna u otra manera, pero tras pensarlo un poco, no hubo mejor decisión.
El nuevo entrenador empezó su andanza en un amistoso frente a Japón en tierras orientales con una victoria por 1-0. Desde aquel día hasta la fecha, su equipo ha disputado ocho partidos, habiendo mantenido la valla invicta en siete de ellos (Corea del Sur, en el segundo partido, fue el único equipo que le pudo anotar, ya que le ganó 2-1).
Hoy por hoy, nadie quiere cruzarse con James Rodríguez y compañía. Al talento que ha venido floreciendo en el país cafetero durante los últimos años, Queiroz le ha implantado una inteligencia táctica que los hace parece impenetrables, sin importar el rival que tengan en frente. Perú (en el amistoso jugado en Lima), Argentina, Qatar y Paraguay (ya en el torneo oficial) pueden confirmarlo.
En poco más de cuatro meses de trabajo, Queiroz ha encontrado en el 4-3-3 el sistema ideal para encontrar el equilibrio que necesita su selección para seguir creciendo. El bloque corte –entre el primer defensa y el último delantero no hay más de 15 metros– es el primer fundamento de un equipo que saca de quicio a su rival.
Con Wilmar Barrios como vértice del triángulo invertido en el medio campo, Mateus Uribe (con funciones más de llegador –recordemos que le anotó dos goles a Perú llegando hasta el área–) y Juan Cuadrado abriéndose hacia fuera le dan la opción de tener muchas variantes dentro del área para acabar exitosamente la jugada y no depender de Radamel Falcao o Duván Zapata solamente.
A eso se suma los extremos a pierna cambiada (Roger Martínez por izquierda y James Rodríguez por derecha) siendo otros de los hombres que entran a zona de definición para el remate. La libertad, y el talento, en tres cuartos de cancha hacia adelante parece estar siendo otro de los principales argumentos competitivos de esta Colombia.
En repliegue, los cafeteros tampoco se hacen problema. Dos líneas de cuatro muy juntas y libertad para la velocidad de los extremos en caso de transición ofensiva hacen que el equipo de Queiroz siempre piense en un todo, sin separar la defensa del ataque. Por eso, con cinco goles a favor y ninguno recibido, este equipo pinta a fuerte para quedarse con su segundo torneo continental en Brasil.
El portugués nacido en Mozambique sigue mostrando en la práctica lo que alguna vez estudió en la teoría. Años de trabajo y experiencia le están dando un plus a esta selección colombiana que necesitaba un cambio de aire tras el proceso de Pekerman. Parecen haber dado en el clavo y ahora se trata, simplemente, de sostenerlo.
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