Decía Winston Churchill que la cometa vuelta más alto en contra del viento, no a su favor. Su campo fue la política y no el deporte, pero el exprimer ministro británico comprendió a la perfección que una persona muestra todo su valor cuando se encuentra en situaciones límite. Por ejemplo, cuando eres deportista, se te rompe un ligamento de la rodilla en plena competencia y todo parece perdido.
Pocos objetivos tan ambiciosos para un deportista peruano como el que se trazó Piccolo Clemente en 2013: ganar, en su natal y querido Huanchaco, ante los ojos y el aplauso de su gente, el primer campeonato mundial de longboard organizado por la International Surfing Association (ISA). En contra suya estaban los mejores del mundo, pero lo que lo derrotó, no sin plantar batalla, fue una muy inesperada lesión.
“Se me partió el ligamento hasta la mitad, pero seguí corriendo y así llegué hasta semifinales. Me dio bastante cólera”, recuerda nuestro cuatro veces campeón panamericano. Los que debían ser días de diversión y competencia fueron de dolor e incomodidad, pero de mucha, mucha fortaleza. “En ningún momento pensé parar”, asegura.
Aquel 28 de setiembre terminaba el Mundial ISA, pero el vía crucis de Piccolo estaba a puertas de empezar. La rehabilitación controlaba el dolor, mas el alivio era efímero. La severidad de la lesión exigía una operación. Clemente decidió seguir.
Ser consciente de todo el riesgo que significaba su decisión despertó algo en él. “El no haber parado y saber que la recuperación iba a ser mucho más complicada terminó por motivarme bastante”, dice. Talento siempre le sobró a Benoit –autoapodado Piccolo por lo difícil que es pronunciar su nombre–. Quizá solo le faltaba algo: determinación.
Como por gravedad, los éxitos empezaron a caer. Con el ligamento roto, se proclamó campeón de los Juegos Bolivarianos 2013 y campeón latinoamericano de ese año. Pero esos no son títulos tan difíciles para alguien de su categoría. Postergar la cirugía tenía una sola razón: ser el primer peruano en ganar el Circuito Mundial del Surf (WSL, antes ASP). El mismo título, pero en longboard, que lanzó al estrellato a Sofía Mulanovich en 2004.
Piccolo viajó hasta China para su gran desafío. Su ligamento era una desventaja, mas nunca una limitación. Competía frente a los mejores del planeta, los mismos del Mundial ISA dos meses atrás (ambos, ISA y WSL, reúnen a los mejores del mundo). Seguro que los fantasmas aparecieron, pero Clemente los transformó en aliados que lo fortalecieron.
Lesionado, serie a serie, fue demostrando que se surfea con los pies, pero la tabla uno la controla con la cabeza. “Esa final fue el heat del que más feliz he salido”, asegura cinco años después, a pesar de que en medio hubo decenas de éxitos más, incluido un segundo título mundial de la WSL (2015). Eso sí, habría que preguntarle si sigue pensando lo mismo ahora que por fin se tomó la revancha en el Mundial ISA 2019.
Y es que nada reemplaza la adrenalina y la felicidad de una situación así de extrema. “Por haber seguido, recuperarme totalmente me tomó casi un año. Sé que si me hubiese tratado a tiempo el dolor y las molestias ahora serían menores. Pero si hubiese parado en ese Mundial ISA, quizá no hubiese sido campeón mundial de la WSL”, concluye Piccolo, recordando esos dos meses contra viento y marea, en los que la cometa voló más alto que nunca.
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