Fernando Signorini es una voz potente para hablar del fútbol argentino, y del peruano. Quien fue preparador físico de las selecciones argentinas en los Mundiales de 1986, 1990 y 2010 también llegó al Perú, con Ángel Cappa, para ser parte de su proyecto en la Universidad San Martín.
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Signorini, quien nació un 7 de diciembre de 1950 y trabajó con dos nombres propios del fútbol argentino como César Luis Menotti y Carlos Bilardo, se comunicó con Depor para hablar sobre el fútbol de su país, la preparación física, Lionel Messi, el fútbol peruano y la precaria gama dirigencial que acompaña al deporte rey desde hace muchos años. Desde un punto de vista distinto, Fernando comunica la importancia que tiene el deporte dentro de la sociedad. Para él, los valores deben resaltarse y, lamentablemente, no sucede debido a la sarta de intereses que persiguen los más poderosos dentro del balompié.
Sobre la situación del fútbol argentino actual, ¿hay una mayor influencia sobre el trabajo de Menotti o de Bilardo?
En primer lugar, el fútbol argentino está sumido en una profunda crisis de valores. Hay casos de corrupción que son vergonzosos. Desde la muerte de Grondona todos se quedaron sin saber qué hacer y hay una terrible mediocridad dirigencial que no está a la altura de lo que necesita el futbolista. En cuanto al juego, es muy poco lo que se puede hacer por la falta de tiempo. Ahora todo está igualado hacia abajo y las individualidades tienen que definir partidos sin un sistema real que los apoye. No veo una influencia de ninguno de los dos entrenadores que mencionas.
No hay un camino definido para lo que se quiere en la selección…
No, no. En definitiva, el negocio es lo único que importa. Si al dirigente lo compras por tonto, lo tienes que devolver al otro día. Creo que el fútbol es una construcción cultural de las clases populares y un arma maravillosa en la formación integral de los jóvenes, pero estos tipos lo hacen imposible.
La llegada de Bauza, ¿es la elección adecuada?
Lo repito, lo que él puede hacer es muy poco por la falta de tiempo. Para juzgarlo tendríamos que ver lo que logró en sus equipos, pues ahí tuvo el tiempo suficiente. Al final, su éxito se medirá por el nivel que alcance Messi durante los partidos, todo dependerá de los jugadores y, precisamente, de él.
Entonces, ¿cuánto puede llegar a influir Messi?
Messi es decisivo en el resultado, pero no va a cambiar, por sí solo, el estilo de toda la selección. El equipo va a seguir jugando mal, pero sabiendo que tienen un as que te aumenta todas las posibilidades de ganar.
Ahora se habla mucho de la preparación física, ¿correr por correr?, ¿preparación con pelota?, ¿cómo funciona?
Lo real es que se ven cosas en los entrenamientos de los futbolistas que son realmente patéticas; pero los técnicos no son culpables sino víctimas. Llegan de una escuela en la que todos los sistemas de entrenamiento provienen del atletismo.
Ahora los entrenadores exitosos trabajan distinto. Hasta Mourinho dice que no tendría un preparador físico porque el problema del futbolista está en la adaptación, o no, a un sistema de juego y el que no se adapta, así corra como un maratonista, no podrá ser eficiente. No se trata de correr más, sino correr mejor. No es la velocidad (Diego en el gol a los ingleses tardó once segundos en hacer 55 metros), tampoco es la fuerza porque Schwarzenegger no podría jugar al fútbol y tampoco es saltar alto porque uno puedo llegar a cierta altura pero no cabecear ninguna pelota en el área. El fútbol, como todo juego, tiene misterios que lo resuelven únicamente los grandes jugadores. Felizmente ya hay una corriente para revertir todo esto donde la pelota está empezando a tener otro protagonismo; pero tengamos cuidado porque si la pelota no tiene un concepto no sirve de nada.
¿Cómo sabe el futbolista en qué momento correr y en qué momento no hacerlo?
(Risas) Esa es la pregunta del millón. Eso solo lo saben los cracks que cuando los estas mirando y dices van a hacer esto, hacen otra cosa. No te lo puede explicar nadie. Puede haber ciertos parámetros, ciertos conceptos, pero en qué momento arrancar y en qué momento frenar depende del contexto y eso solo lo saben ellos.
Se tilda muy rápido de 'pecho frío' al jugador que no corre tanto como el resto…
Eso forma parte de la gran desculturización que hay. La gente cree que sabe, pero en realidad no tiene ni idea.
¿Y por qué crees que se critica tanto? ¿Por qué vende?
Sí, claro. Se pone el punto en cosas que no tienen nada que ver. Cualquiera se puede equivocar. Además, sobre todo en Sudamérica, los chicos salen de situaciones económicas muy precarias y cuando son niños nadie se preocupa por guiarlos.
Tú regalas libros a los jugadores con los que trabajas, ¿no es así?
Sí, claro. Uno es producto de su pasado y cuando tienes la oportunidad de conocer gente que te pueda guiar un muy buen argumento a recurrir son los libros. Ayudarlos a pensar de otra manera, que los hagan abrir los ojos y que se den cuenta que no todo es una pelota porque el fútbol se termina.
Ahora, ¿hasta qué punto llega el trabajo del comando técnico en los entrenamientos?
Depende. Para hablar de entrenadores hay que hacerlo con nombre propio. Hay tipos dotados que se han convertido en los grandes de la historia como Guardiola, Bielsa, Sacchi, Menotti, Santana, Rinus Michels, Johan Cruyff. Aquí en Argentina el último gran equipo fue el Huracán de Cappa, pero por mala suerte no salió campeón. Así como Holanda en 1974, hay que decir que el que gana no siempre es el mejor. Los imponderables juegan como en ningún otro deporte. Al final la verdad la tiene el jugador y la pelota.
Y sobre gestión de vestuarios, ¿cómo llevar a un equipo luego de sufrir derrotas dolorosas?
Muy poco se le puede decir. Tiene que ver con la formación de cada uno. Yo, después de vencer a Inglaterra en el 86, me acerque al vestuario de los ingleses y todos estaban tranquilos como para irse a tomar una cerveza. Lo mismo me sucedió cuando eliminamos a Uruguay y ahí todos estaban destrozados, un ambiente de angustia y desesperación.
Después del Argentina-Alemania en Sudáfrica, los jugadores no es que lloraban, gritaban de la desesperación. Reflexioné y pensé 'si el fútbol sirve para esto, no sirve para nada'. En América Latina, la derrota presupone la pérdida de un concepto social donde hasta la gente tiene vergüenza de salir a la calle.
¿Perjudica que los equipos sudamericanos sean más viscerales?
Sí, claro. Borges decía 'no hay que darle tanta importancia a esos dos grandes impostores como son la victoria y la derrota'. Si no estás preparado para eso, cuando ganas piensas que eres Dios y cuando pierdes, un estúpido. Y ni uno ni otro, y mucho menos en el fútbol. Cualquier pueda ganar o perder. El que no esté dispuesto a aceptar eso que se dedique a otra cosa.
Y acerca de la selección peruana de Ricardo Gareca, ¿qué es lo que piensas?
Buscan hacerlo de la mejor manera, pero el problema es el grado de precariedad dentro del fútbol peruano. Ahí entra otra vez la dirigencia, jugar un día al nivel del mar y al siguiente, a 3 500 m.s.n.m. Los jugadores peruanos son náufragos de un sistema dirigencial que no está a la altura. Siguen saliendo jugadores peruanos, como Christian Cueva, pero ¿quién los protege? Tiene que haber una renovación total. Los jugadores deben reclamar por sus derechos y los de más renombre (Guerrero, Farfán) patear el tablero para que todos puedan tener influencia en las decisiones de la FPF. El jugador debe darse cuenta del arma maravillosa que tiene para pelear por otro tipo de dignidad.
Finalmente, ¿cómo se espera el partido frente a Perú en Argentina?
La afición argentina vive sumida en un triunfalismo que tiene que ver con un nacionalismo retrogrado. Creemos que somos los mejores hasta que faltando cinco minutos nos damos cuenta que está ganando el otro y ahí nos insultamos todos. Si juega Messi debería ganar Argentina. No obstante, Perú tiene jugadores genéticamente buenos para dar el golpe, pero la tarea de que el fútbol peruano se recupere no es de ellos. Tiene que haber más nobleza por parte del sector dirigencial y hasta que no haya un interés mayúsculo por parte del gobierno eso no va a pasar.
Al final lo que está detrás influye más de lo que parece en lo que sucede dentro del campo…
No te quepa la menor duda, pero es todo como una cofradía donde los tipos privilegian intereses personales utilizando al fútbol como arma. Eso es condenable.
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