Qué envidia sentiré esta tarde cuando me siente a ver el partidazo que ofrecerán el Real Madrid y la Roma por la UEFA Champions League. Quiero ver en acción a los merengues de Santiago Solari frente al buen equipo de Eusebio Di Francesco, que el año pasado hizo historia luego de eliminar al todopoderoso Barcelona de la UCL y, por primera vez, alcanzó las semifinales del torneo de clubes más importante del planeta.
El de hoy en el Olímpico será un choque de poder a poder, ya que ambos equipos llegan al tope de la clasificación del grupo G, que también integran el CSKA Moscú y el Viktoria Plzen. Así que estaré prendido al partido, aunque de cuando en vez haga algo de zapping, para ver cómo van Bayern Munich vs Benfica y Juventus vs Valencia, los otros dos clásicos de este martes de Champions.
Seguro envidiaré hoy el público europeo, que ha convertido a la UCL en un torneo modelo, con clubes y jugadores fantásticos, estadios colosales y tribunas seguras, donde los aficionados van a alentar y punto. Es cierto, también tienen problemas con los barristas violentos en algunas ciudades, pero a nadie se le pasa por la cabeza que una final de torneo acabe –o no acabe, más bien– como la Copa Libertadores 2018.
En medio de un papelón mundial, la Conmebol decide hoy cómo se definirá esta Libertadores del bochorno y la vergüenza, donde el fútbol ya ha sido relegado a un segundo plano por la barbarie de los malos hinchas y la ineptitud de dirigentes y autoridades. A ver con qué nos salen hoy.
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