La controla y no parece soltarla, te encara y no hay razones para que no te supere, te asiste y es imposible que no te ponga de cara al gol. No, no es Andrés Iniesta, ni tampoco Lionel Messi. Su nombre es Eduardo Camavinga, un desconocido para casi todo el mundo, menos para los fanáticos del fútbol francés y, sobre todo, los hinchas del PSG. Y es que el último fin de semana, ante los parisinos, el jugador del Rennes fue uno de los principales argumentos de que los dirigidos por Thomas Tuchel pierdan en la segunda fecha de la Ligue 1.
Tiene solo 16 años y ya empieza a ser tentado por los grandes clubes del mundo. Según cuenta Andrés Onrubia, periodista experto de la ‘pelotita’ en Francia, el Borussia Dortmund preguntó por él hace unos cuantos meses, pero su club pidió lo que en ese momento parecía excesivo: 20 millones de euros. Hoy, después de haberse lucido ante un gigante, seguro que en Alemania se agarran la cabeza.
Y es que la cantera del Stade Rennes no es una cualquiera. De ahí ya salieron figuras estelares como Ousmane Dembele, Yacine Brahimi, Sylvain Wiltord o Tiemoué Bakayoko, todos futbolistas que terminaron encajando en proyectos deportivos que aspiraban a grandes cosas a nivel europeo (desde el Barcelona hasta el Porto). Pero si ellos lucían con 18-20 años y ya parecían jóvenes, qué decir de Camavinga, quien con tres años menos parece haber ingresado a la élite para no salir.
Angoleño de nacimiento (Miconje, 2002), el mediocentro no se cansa de romper récords. La última temporada –el 01 de mayo del 2019– fue alineado en la oncena titular de su equipo y se convirtió en el primer jugador nacido en el 2002 en ser parte de un XI en las cinco grandes ligas. Aquel día empataron ante el Mónaco (2-2), pero Eduardo ya destacaba.
El último domingo lo volvió a hacer. Ya asentado en el equipo titular de Julien Stephan (ha sido titular en los dos primeros encuentros de la Ligue 1), ante el PSG se metió en los libros de historia, otra vez, por ser el futbolista más joven en asistir a un compañero (le puso un centro a la medida a Del Castillo para poner el 2-1 definitivo) en la Primera División del país de los campeones del mundo.
Se mudó a Francia cuando era un bebé y con seis años decidió dejar el judo (deporte que practicó de niño) para dedicarse plenamente al fútbol. Fue en el AGL-Drapeau Fougeres donde empezó a hacerse un nombre en el deporte rey y a los 11, el ahora entrenador principal de su equipo (que en ese momento era el de la reserva) decidió llevarlo al Rennes. Cinco años más tarde se convirtió en el futbolista más joven en firmar un contrato profesional con dicho equipo.
Aunque todavía carece de gol, Camavinga parece tener todo lo que necesita un mediocampista en el fútbol moderno. Es ágil y rompe líneas con facilidad, tiene un muy buen posicionamiento a la hora de recibir el balón, reconoce rápidamente los espacios libres para asistir a sus compañeros y es un futbolista que parece tener es último pase, tan necesario hoy en día cuando los equipos grandes juegan ante defensas cerradas.
Todavía le falta mucho recorrido para hacerse un espacio en la selección francesa (tiene la nacionalidad), pero de seguir a este ritmo seguro que lo veremos vestido de azul más temprano que tarde. Talento y proyección tiene a raudales, será cuestión de tiempo verlo competir en la Liga de Campeones junto a los mejores futbolistas del mundo.
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