Rustu Recber, ex Barcelona, peleó fuerte y le ganó al coronavirus en su país. (Foto: AFP)
Rustu Recber, ex Barcelona, peleó fuerte y le ganó al coronavirus en su país. (Foto: AFP)

La bajada de este texto puede causar polémica. ¿Acaso Oliver Kahn no fue el Balón de Oro del Mundial del 2002? Sí. El alemán fue un extraordinario portero e hizo una mejor carrera que , pero en una elección tan subjetiva, yo me quedo con el turco en ese torneo. El ícono de una selección que logró subirse a un podio que, en condiciones naturales, no guarda sitio para selecciones que no son top.

Y eso agranda el mérito de Turquía, que dio pelea incluso en los partidos donde se vio superado. En el debut, ante Brasil, solo un gol de penal de Rivaldo, a falta de tres minutos, lo dejó con las manos vacías. Luego, con Costa Rica le pasó una situación similar: ganaba hasta los 86’, y los ‘ticos’ le empataron. Pero golearon a China y sellaron su boleto a octavos de final.

Desde el partido con el ‘Scratch’, los turcos comenzaron a llamar mi atención. Sin grandes estrellas –en ese momento, Emre Belozoglu, Okan Buruk (Inter) y Umit Davala (Milan) eran los únicos en equipos top–, tenían la posibilidad de eliminar al anfitrión Japón en octavos de final. Y yo iba con los turcos.

Los asiáticos eran favoritos por ser locales. Pero el cabezazo de Davala y la gran actuación de Rustu, con las mejillas pintadas de negro, silenciaron a casi 50 mil espectadores. Recuerdo, tras el pitazo final, al pelado Hasan Sas entrando a la cancha cubierto por la bandera turca y la emoción de Yildiray Basturk, el cerebro de esa selección.

El camino al podio

Senegal fue el siguiente rival, y el gol de oro de Ilhan Manziz puso a Turquía en semifinales con la opción de revancha ante Brasil. Otra vez Ronaldo, Rivaldo y Roberto Carlos frente a Rustu, quien tapó de todo y fue figura, pese a la derrota –gol del ‘Fenómeno’–. Sigo pensando que ese partido fue el que lo llevó al Barcelona.

Ese duelo por el tercer puesto –para muchos, el que nadie quiere jugar por ser un innecesario premio consuelo–, lo vi con mayor atención que la propia final. Era un hincha turco más, y sobre todo de Rustu. Así que el triunfo sobre Corea me puso contento. Y la noticia del fichaje del ‘1’ por el Barza, meses después, mucho más.

Lástima que en España se lesionó apenas llegó y Víctor Valdés le quitó el puesto. Luego de recuperarse, el técnico Frank Rijkaard no le dio la confianza y solo duró un año en el Camp Nou, pero solo en el papel. Hace unas semanas, Rustu confesó que fue víctima del coronavirus. “El Barcelona siempre estuvo pendiente de lo que me pasaba. Nunca voy a olvidar lo que hicieron por mí cuando me moría”, confesó ya recuperado. De esos gestos que valen más que cualquier atajada.

TE PUEDE INTERESAR