Una goleada por cuatro goles dibuja en muchas ocasiones una venda en los ojos de los hinchas. Ya estamos acostumbrados a que esta clase de triunfos genere una ilusión desenfrenada. Cuando ganas, el mensaje de admiración es confuso. No está mal quedar satisfechos, mucho menos después de ver varios goles gestados por un equipo nuevo, con rostros jóvenes y lleno de ganas. Sin embargo, la exageración en la estimación termina siendo dañina. No se trata de minimizar una victoria ante un rival poco exigente (caían lesionados tal cual sucedió con el Nasarawa de Nigeria), pero sí de encontrar falencias que, a la larga, permitirán potenciar un conjunto que quiere llegar a la Copa América Centenario a competir frente a selecciones de mayor nivel que Trinidad y Tobago. Hay virtudes y siluetas de promesas, pero pisemos tierra: también hay un camino largo por delante.
Lo más importante para destacar del partido es que algunas sociedades e individualidades funcionaron. Así se gestó el triunfo de Perú. En ataque, Cristian Cueva, Edison Flores, Alejandro Hohberg se buscaron para generar fútbol y llegar al arco rival. Hubo atrevimiento. Óscar Vílchez, por su parte, se recuperó tras una serie de errores no forzados en los primero minutos y tuvo chispazos para habilitar a 'Cueva' y 'Orejas' en los goles. Pero solo chispazos, ojo. Hay quienes ya están aluciando que Vílchez es crack y no llega a ser siquiera la versión menos agraciada del Jayo de los 90. Seamos conscientes: Vílchez tiene 30 años. No es una opción para proyectarnos. Es, como diría Gareca, un jugador de día a día. Por otro lado, Beto no brilló, pero debutó anotando golazo. Y eso le da confianza, más allá de que no haya redondeado un partido bueno. Beto es un futbolista que necesita jugar perfilado al arco contrario; de espaldas, no. Le cuesta ser Paolo. Finalmente, en defensa, tanto Christian Ramos como Alberto Rodríguez cumplieron las expectativas, como frente a Uruguay en Montevideo.
Más allá de la poca exigencia del rival, es un punto a favor que el 'Tigre' haya podido probar jugadores nuevos, incluso a Cristian Benavente (aunque no deja de ser raro que haya tenido minutos pese a que prácticamente no entrenó con el equipo). Lo del 'Chaval' fue poco. Ingresó como 9 en un partido en el que Perú cedió el protagonismo a Trinidad y Tobago. En la mayoría de ocasiones, Benavente resolvió mal. Optó siempre por la acción individual. Pareciera que tiene una cuenta pendiente con Gareca (demostrarle que es más útil de lo que el entrenador entiende). Para terminar, habrá que ver ahora cómo se acopla Paolo Guerrero en el once titular. El 'Depredador' debería llegar a sumar y consolidar el ataque peruano.
EN FIN, ¿QUÉ PASÓ DESPUÉS DEL 3-0?
A los 50 minutos, la Selección Peruana ya tenía el partido ganado. Cueva, Da Silva y Flores fueron efectivos, pero más allá de esa efectividad en ataque, que fue una de las virtudes que terminó inclinando la balanza para nuestro lado, no podemos desatender lo que pasó en los últimos 40: Perú regaló el dominio a una Trinidad y Tobago muerta, y, aunque controló el partido (Gallese nunca fue del todo exigido), terminó sometido a correr detrás de la pelota en su propia cancha. Y evidentemente Trinidad y Tobago no es la Chile de Sampaoli, ¿no?
¿Hay explicación? Todos los cambios del técnico Ricardo Gareca se dieron después del gol de Flores. Fueron siete sustituciones, en total, entre el minuto 55 y el 83, y todas las líneas sufrieron variaciones. Entonces, el dominio se fue dilatando en un equipo con poco tiempo de trabajo. No obstante, Trinidad también hizo cambios. Por lo tanto, queda claro que a uno las modificaciones lo tumbaron y al otro lo potenciaron.
Otro punto que queda como observación es que en varios momentos, Perú abusó del pase largo, algo que no sirvió ni trajo desequilibrio, sobre todo porque cuando se trató de llegar con la pelota al ras del campo se cumplió con los objetivos y llegaron los goles. El pase largo, felizmente, no fue una obligación, sino una opción. Aunque no trajo resultados.
Se ganó a un rival de bajos recursos, pero se ganó y es importante. Sin embargo, es bastante temprano como para darle demasiada importancia al resultado o hablar de más, sin analizar el cómo. Este partido, más que para ganar, era para empezar a hilvanar una idea de juego que, por momentos, no se vio, salvo una vaga intención de jugar en corto, con los 11 detrás de la línea de la pelota cuando el rival la poseía. No sorprendió nada de este Perú, que ganó más por la inspiración individual de sus componentes que por la gesta colectiva.
En la Copa América Centenario habrá rivales de alta competencia. Los mismos que en las Eliminatorias han demostrado superioridad al dejarnos una y otra vez sin Mundial. Tenemos, por ahora, una selección que no llega a ser siquiera una orquesta afinada.
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