Lo que debería ser una fiesta en el fútbol femenino, por vivirse una final llena de emociones, se convirtió en un verdadero calvario para la lucha de un desarrollo progresivo que tanto se busca en esta disciplina. Alianza Lima se proclamó bicampeón nacional de la Liga Femenina 2025 teniendo como rival en frente a Universitario de Deportes, en una edición más del clásico nacional. Sin embargo, diversas decisiones terminaron llamando grandemente la atención y preocupación de los aficionados -de ambas partes- por los problemas que se generaron.
La tensión se instaló mucho antes del pitazo inicial. Durante la semana previa, la decisión de Universitario de fijar a la VIDU como sede del encuentro decisivo encendió las alarmas en La Victoria. En Alianza Lima consideraron la medida inapropiada, argumentando que la cercanía con la sede de Campo Mar —recientemente sancionada— y la infraestructura del lugar no ofrecían las garantías ni la jerarquía para una final nacional.
Pese a las protestas, el partido se mantuvo en dicha ubicación, desatando una cadena de eventos desafortunados. El caos se materializó minutos antes del inicio del compromiso. Parte de la delegación aliancista, encabezada por la subgerente de divisiones femeninas, Sisy Quiroz, vivió momentos de angustia al impedírseles el ingreso a ciertas zonas del complejo.

Esta situación derivó en una gresca con efectivos policiales y personal de seguridad, generando un clima hostil que “maltrató” a los visitantes, según denunciaron posteriormente. Ya con el balón en movimiento, los problemas de organización continuaron afectando el desarrollo del juego.
A pesar de que el partido estaba programado estrictamente a puertas cerradas, se detectó la presencia de familiares e invitados en zonas no autorizadas, vulnerando el reglamento. Esto obligó a que el encuentro se paralizara durante la primera parte por un lapso de siete a ocho minutos, hasta que el delegado del partido logró ordenar el retiro del público excedente.
En lo deportivo, el marcador final de 2-2 sentenció un global de 5-3 a favor de las visitantes, coronando a Alianza Lima como bicampeón. Sin embargo, la celebración tuvo un sabor amargo. Quiroz, una de las protagonistas de los altercados previos, alzó la voz ante las cámaras de Movistar Deportes para lamentar las condiciones.
“Lamentablemente vivir una final a escondidas, donde no puede entrar público, corta todo el desarrollo. No se trata de Alianza o Universitario, se trata del fútbol femenino. En este escenario, debemos tener muchísima seguridad porque ha sido adverso y hemos sufrido muchas situaciones incómodas y de peligro”, declaró con evidente molestia.
La denuncia y crítica a la administración ‘crema’
La directiva victoriana no tardó en oficializar su postura a través de un contundente comunicado horas después. En el texto, expresaron su indignación por los hechos ocurridos en la sede de Universitario. El documento confirmó “actos de maltrato hacia integrantes de nuestra delegación” y señaló directamente la falta de garantías en un entorno que calificaron de inseguro e improvisado.
Ante la gravedad de los hechos, Alianza Lima anunció medidas legales inmediatas. “Nuestra institución realizará nuevamente las denuncias y reclamos correspondientes ante los organismos competentes, a fin de que se investiguen los hechos y se determinen responsabilidades”, se lee en el comunicado. El objetivo es sentar un precedente para que el fútbol femenino no se siga jugando en condiciones que rozan el amateurismo administrativo.
“Los hechos presenciados suponen una reincidencia grave, evidencian una gestión irresponsable, falta de control e incapacidad reiterada en garantizar condiciones mínimas de seguridad y respeto por parte de la administración de Franco Velazco Imparato, nombrado como administrador del Club Universitario de Deportes por SUNAT”, fue la crítica también directamente a la cabeza del club.
Finalmente, el mensaje institucional cerró con una reflexión sobre la dignidad de la disciplina. El club campeón exigió mayor respeto en la toma de decisiones, enfatizando que las futbolistas de ambos equipos, tanto de Alianza como de la ‘U’, merecían disputar el título en un escenario acorde a su esfuerzo —como el Estadio Monumental— y no en un predio de entrenamiento que terminó opacando la fiesta deportiva.

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