Ricardo Gareca y su equipo nos cambiaron la vida. Hace un par de años éramos tres puntos fáciles para los demás, vivíamos entre frustraciones y aferrándonos a nuestros triunfos viejos, en blanco y negro. Mírennos ahora, jugadores mundialistas, que matan por los colores y que ayer disputaron una final en el estadio Maracaná contra el equipo más ganador de la historia. Gracias por eso.
El conjunto de Tite llegaba con todas las ventajas. Sin derrotas en los quince partidos que sucedieron al Mundial, diez amistosos y cinco de esta Copa. Allison llegaba con la valla invicta, aunque solo hasta el penal de Paolo Guerrero.
La Selección Peruana se volvió a encontrar con su monstruo más cercano, ese de tres cabezas llamadas Everton, Firmino y Gabriel Jesús, que nos había recordado las épocas más oscuras con esa goleada inapelable. Súmale a ese tentáculo derecho llamado Dani Alves. Pero esta derrota terminó siendo el punto de inflexión. A partir de ahí Perú solo creció. Recuperó su nivel mundialista e incluso nos regaló ante Chile uno de sus mejores partidos en el proceso. Ni hablar de la remontada mental de Pedro Gallese.
Retrocedamos hasta ayer. En el minuto quince apareció Gabriel Jesús, enrostrándonos su superioridad en una baldosa, enredando a Trauco para lograr un centro que conectó Everton totalmente solo. Después, Gareca pedía a gritos movimientos de los volantes y Flores entendió. Orejas entró al área y busco un centro que pegó en el brazo de Thiago Silva. Luego todos rezamos que el VAR no le quite el penal a nuestro goleador. Se enfría Paolo, nos calentamos todos. Finalmente, penal.
Va Paolo. Va por su gol número catorce en Copa. Adentro. Podemos volver a empezar, pero el entusiasmo dura poco. Antes de que se acabara la primera parte, la pierde Yotún en tres cuartos de cancha, se la roba Arthur y se resbalan Tapia y Zambrano. Termina a los pies de Gabriel Jesús. Otra vez el nueve del Manchester City pero que hizo todo bien por la banda derecha de Brasil, la manda a guardar. A veces, querido Yoshi, es mejor reventar.
Viene la segunda parte del encuentro. Expulsado Gabriel Jesús haciendo señas de robo a la cámara, cuando tantos otros sindican una victoria brasilera orquestada ante Argentina. Minuto noventa. Hombro de Zambrano contra hombro de Everton. Dicen los manuales que no es penal, pero Tobar lo cobró, lo fue a mirar a la pantalla y lo volvió a cobrar. Otra vez indicios de favoritismo. No había tiempo para intentar más.
No hubo victoria, pero si satisfacción. La confirmación de que Perú es un equipo que sabe lo que hace, que ha vuelto a entender que el colectivo es más importante que cualquier individualidad, que hay que ser sólido en defensa para pensar después en el ataque (mención honrosa para Zambrano), y que reafirma que la volante Flores-Cueva-Carrillo es la que saca lo mejor del conjunto. Este grupo da para seguir ilusionándose. Se viene la Eliminatoria y otra Copa América. A triunfar, hermanos, hasta que sea la victoria nuestra gran gratitud.