La selección peruana de Ricardo Gareca es un equipo perseguido por fantasmas, pero con una identidad definida. El 'Tigre' quiere ganar y, a pesar de sus deseos, en los combates golpe a golpe gana quien tiene mejor talento. En dicho apartado, el del talento, Perú, quizá, está en el lugar que se merece: octavo entre diez selecciones Conmebol.
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Son diez fechas de Eliminatorias rumbo a Rusia 2018 en las que Gareca ha cosechado solamente ocho unidades. Dos victorias, frente a Paraguay y Ecuador, y dos empates ante Argentina y Venezuela. Luego, derrotas ante Colombia, Chile (en dos ocasiones), Brasil, Uruguay y Bolivia. Los resultados positivos no nos persiguen; sin embargo, una noticia positiva hace crecer las esperanzas para un futuro próspero: la valentía.
¿Qué es ser valiente en el fútbol? Es relativo. No hay que ser suicidas, es cierto. Ni desproteger la defensa para concentrarnos únicamente en atacar, también es verdad. Sin embargo, cuando la situación lo amerita, hay algunos que prefieren dar un paso al frente y otros, más reservados, uno para atrás. Gareca, nuestro entrenador, pertenece al primer grupo.
En el minuto 76' de partido, Edison Flores igualaba las acciones en el Estadio Nacional de Santiago. Dos minutos más adelante, Beto Da Silva, extremo de la selección peruana, ingresaba al terreno de juego en lugar de Renato Tapia. Sí, un jugador para acompañar a Paolo Guerrero, Edison Flores, Christian Cueva y Raúl Ruidíaz en la búsqueda del segundo; en lugar de otro que repercuta más en la defensa del resultado.
¿Defender el resultado? Otra frase relativa dentro del juego que es utilizada con mucha asiduidad ¿El tumulto de piernas te hace defender mejor? ¿Con tres medios de recuperación recuperas mejor que con uno solo? A veces sí y, otras tanto, no. El fútbol no es una ciencia. Sin embargo, en esta ocasión, se sintió la ausencia de Tapia, es cierto. El medio se vio desprotegido cuando Vidal recibió a la espalda de Aquino para girar y definir a la portería de Pedro Gallese.
Entonces ¿Qué buscó Gareca? Con un Perú crecido, el entrenador argentino creyó en la remontada. No se suicidó, veamos el momento. Chile ya no era tan intenso como lo había sido en la primera mitad y los espacios a la espalda de sus medios aparecían con más frecuencia. Oportunidad de oro para buscar, con hombres aptos, la única forma de reducir la brecha en la tabla de posiciones: tres puntos.
Da Silva se ubicó como extremo izquierdo, con Ruidíaz y Guerrero como puntas, y Cueva por el otro sector. Flores, por su parte, retrocedió unos metros para convertirse en interior y dejar a Aquino como mediocentro. El jugador del PSV recibió en unas cuantas ocasiones y, no dudó, debía encarar y así lo hizo. Los movimientos ofensivos no fueron los mejores y , al final, eso repercute en lo que sucede de tres cuartos de cancha hacia adelante. Perú, con muchos hombres, no fue claro. El 4-1-5 de Gareca no se conectó ni juntó, lo que dejó a la vista un ataque hueco. Chile recuperó el dominio y, finalmente, logró la victoria final sobre la base del talento de Arturo Vidal.
El plan falló y las ideas de Gareca no pesaron en el tramo final. Sin embargo, la intención estuvo ahí. Para ir en contra de los fantasmas y de las casas de apuestas hay que creer posible lo que para los otros no lo es. El contexto en aquel momento lo pedía: ganar o morir en el intento. Nos tocó perder, "como siempre" dirán algunos, otros, como yo, querremos verlo desde la forma: una forma que, tal vez, nos acerque más a culminar con esos 12 años sin victorias en condición de visita. Una forma que tendrá que asentarse durante más tiempo en los terrenos de juego porque, a veces, con 45 minutos no basta.
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