La Revolución iraní (1979) estableció la República Islámica y, con ella, la imposición de las leyes más fundamentalistas de la religión musulmana. Esta es muy tajante con las mujeres (uso obligatorio del hijab; impedidas de viajar sola en algunas regiones, etc.), y una de las tantas disposiciones fue prohibirles el acceso al estadio para ver fútbol masculino y mezclarse con hombres en las tribunas.
Sin embargo, en el marco del Mundial Rusia 2018, la lucha de las mujeres iraníes dio resultado. Es por ello que, después del enorme debut de la Selección de Irán, 1-0 sobre Marruecos, el gobierno de Teherán levantó la prohibición y les permitió asistir al Estadio Azadí, donde pasarían, en pantalla gigante, el Irán vs. España.
Pero no fue fácil. Miles de hombres y mujeres acudieron al estadio pero se encontraron, según informa El País, con un cordón policial que impedía la entrada, alegando que la transmisión se había cancelado por problemas técnicos. "Llevo una hora llorando. Es difícil ser feliz en este país. Voy a volver al estadio", tuiteó Negar, una de las muchas iraníes que lamentaba que el gobierno se haya retractado, pese a su coartada de las fallas técnicas.
Tal fue la presión que, a una hora del partido, la policía cedió, las barreras fueron levantadas y el fenómeno social se produjo. Las pantallas funcionaron e iraníes, hombres y mujeres, vieron cómo la selección de Carlos Queiroz ponía en aprietos a una campeona del mundo; juntos gritaron el gol de Ezatolahi, y juntos también lo ahogaron, después de la intervención del VAR.
Este es uno de los avances principales en la lucha de las mujeres iraníes para ir al estadio. Dos momentos relevantes se registraron hace poco. El primero, cuando un grupo de chicas se puso barba y pelucas para ver un encuentro del Persépolis, equipo de Teherán. El otro, hace pocos días, gracias a la campaña #NoBan4Women que comandó la activista Sara, quien viajó a Rusia, estuvo en el 1-0 sobre Marruecos y su cartel se volvió viral.