Un 17 de junio del 2008, Pep Guardiola se sentaba en la sala de prensa del FC Barcelona. Aquel día se hacía realidad su segundo sueño: tras debutar como jugador con el primer equipo ‘azulgrana’, ahora lo haría como entrenador. Sus buenos resultados, y formas, en el Barca ‘B’ le daban la oportunidad y no decepcionaría. Lo que sí estaba a punto de hacer es sorprender al mundo del fútbol con unas declaraciones que nadie imaginaría.
“Ronaldinho, Deco y Eto’o no están hoy en nuestra cabeza para formar parte de la plantilla”, diría el técnico en aquella fecha especial para él y, que años después, también lo sería para todo el barcelonismo. Su equipo se conformaría bajo el prisma de Lionel Messi y los pesos pesados que había tenido Frank Rijkaard ya no le servían a quien lo ganaría todo en el banquillo ‘culé’.
Con las salidas confirmadas del brasileño y portugués, había una traba que no se liberaba y era la del delantero camerunés. El ‘9’ no encontraba ninguna puerta que lo convenciera del todo y empezaría la pretemporada como un jugador más. Ahí fue, con su profesionalismo y trabajo duro (era el que más corría), que convenció a sus compañeros y, a la postre, al comando técnico, de que sería una pieza clave en la primera temporada de Pep.
Ya pasaron 11 años desde aquel inicio de temporada y, de por medio, las rajadas de Samuel hacia Guardiola no han sido una sorpresa. “Yo hice mucho por el club. Él tuvo la mala suerte de hacerme jugar veinte minutos ante las Chivas de Guadalajara y marqué tres goles. A partir de ahí nunca tuve el coraje de decirme las cosas a la cara”, dijo en el 2014 el que ahora ya es un futbolista retirado.
En la actualidad las cosas has cambiado. La veteranía de Eto’o parece haberlo hecho pensar de forma diferente y, con el objetivo de ser entrenador de primer nivel, el camerunés pareciera querer retener la inteligencia táctica que tiene su exentrenador. “Quiero ser el primer técnico de color en ganar la Champions League y que mi equipo juegue como los de Guardiola”, dijo a la Cadena SER de España.
Conoce a la ‘Orejona’
De lograr el objetivo que parece haber pactado consigo mismo, Samuel se unirá a un grupo privilegiado. Solo Miguel Muñoz, Carlo Ancelotti, Johan Cruyff, Frank Rijkaard, Zinedine Zidane, Giovanni Trapattoni y, precisamente, Pep Guardiola han logrado levantar la ‘Orejona’ como futbolistas y como entrenadores. El delantero, que también pasó por el Real Madrid, lo hizo y en más de una ocasión. Por eso la sorpresa fue mayúscula cuando el técnico catalán dijo que no lo quería en sus planes.
En la temporada 2003/04, Eto’o ya era querido por todos. 17 goles en 32 partidos con la camiseta del Mallorca en Liga Santander confirmaban que el de entonces 24 años tenía una carrera fructífera por delante. Y Luis Aragonés, su entrenador en ese momento, se lo hizo saber. “¿Quieres ser un buen jugador o un gran jugador? Si quieres ser grande tienes que salir del Mallorca”, le dijo sin pelos en la lengua quien terminaría dirigiendo a la selección española. Acto seguido, el técnico llamó a Txiki Berigistain, director deportivo del club, para recomendarle a su delantero centro y en tienda ‘azulgrana’ lo tomaron a pecho.
Para la 2004/05 ya vestía la camiseta blaugrana y una temporada más tarde levantaría su primera Champions. En París, ante el Arsenal, se convertiría en uno de los héroes de la remontada al anotarle a Almunia uno de los tantos en el 1-2 que le daría la segunda estrella en el escudo a los ‘culés’, que habían conseguido la primera en 1992 gracias a un tanto de Ronald Koeman. Su importancia en el club era mayúscula –también fue ‘Pichichi’ de La Liga en el 2006– y lo seguiría siendo con el pasar de los años.
Porque las ‘trabas’ que le puso Pep no fueron impedimento para que siga mostrando su valía. Aquella 2008/09 fue su mejor como barclelonista. En 36 partidos en la Primera División anotó 30 goles y en la final de la primera ‘Orejona’ conquistada por Guardiola como entrenador también puso su granito de arena.
Cuando las cosas estaban complicadas ante el Manchester United, Eto’o se encargó de quitarle presión a su equipo anotando el primero del encuentro sobre los 10 minutos. Al igual que en París, esta vez en Roma, el camerunés era importante para los ‘azulgrana’ en una final continental y lo hacía en la cara del técnico que había dicho que no lo quería en su plantilla.
Al final ambos se contradijeron, pero en diferentes etapas. Uno (el entrenador) lo hizo esa misma temporada al hacerlo parte del mejor equipo de su vida y el otro, el jugador, más de una década después diciendo que ojalá pueda conquistar la Champions de la misma manera que lo hizo el técnico nacido en Santpedor. Un ‘guardiolista’ más que, por un momento pensó en odiarlo, pero que los años le hicieron retener lo más importante: la inteligencia para dirigir un equipo que, más allá de las piezas, no se cansó de hacer historia.
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