Eduardo Zani@EduardoZaniT
Jamie Vardy volvió a nacer el día que conoció a Becky, su novia, su amiga, su próxima esposa. El 11 de enero de 1987, fecha oficial de su nacimiento, quedará únicamente en el registro de los libros. "Ella me calmó", reveló el goleador del Leicester. La vida de Vardy antes de Becky estaba ligada a la indisciplina: alcohol, malas juntas, racismo, libertad condicional, entre otras cosas que hoy prefiere no recordar.
El fútbol siempre fue la gran pasión de Vardy. Empezó desde muy joven a pegarle a la pelota, aunque una vez instalado en el sueño de convertirse en un futbolista de élite, sintió el rechazo de quienes lideraban el fútbol. El Sheffield Wednesdaylo, por ejemplo, lo descartó por no tener la altura apropiada a los 16 años. "Era demasiado pequeño y decidieron no contar conmigo. Fue el momento más bajo de mi vida, y lo peor fue que un mes después crecí casi 20 centímetros", dijo.
Entonces el fracaso recorrió el rostro de Vardy convertido en lágrimas de impotencia de alguien que sentía que debía abandonar su sueño. La experiencia lo llevó a dedicarse a concurrir a fiestas y dedicarse al pandillaje. Una noche, tras una serie de insultos enfatizados por el alcohol y la frustración, Vardy, con 20 años, terminó inmiscuido en una pelea callejera que lo condenó a portar una tobillera electrónica de libertad condicional que le obligaba a volver a casa antes de las seis de la tarde.
Vardy estaba descontrolado. Lo habían condenado a tener libertad condicional. Era eso o la cárcel. Aunque igual se sintió encerrado.
NO FUE FÁCIL
Una vez culminado ese episodio de su vida, Jamie Vardy cambió la tobillera electrónica por las canilleras, las medias largas y los chimpunes, empolvados en un rincón de su habitación tras el amargo episodio con el Sheffield. Fichó por el Stocksbridge Park Steels, equipo en el que jugó durante siete temporadas. En ese tiempo, a su vez, trabajaba todas las mañanas en una fábrica de férulas, cobrando 43 dólares a la semana. Se estaba esforzando. Sentía que debía pelear por su sueño. Era lo suyo.
Just an average night…. #scenes #vardyparty
Una foto publicada por Becky (@beckyvardy) el 3 de May de 2016 a la(s) 4:49 PDT
Siete años en el mismo equipo parecían eternos. Las temporadas pasaban y Vardy continuaba en la liga amateur de siempre. ¿Cuándo iba a dar el salto? ¿Era lo suficientemente bueno?
Con Becky Nicholson, que indudablemente aparecerá en cada pasaje de su vida, todo cambió. Ella le dio a sus hijos, quienes le enseñaron a luchar por alguien más que él mismo.
UN MILLÓN DE RAZONES
Halifax Town llamó a Vardy en el 2010. Deja el trabajo y dedícate a tiempo completo, le dijo Becky. Desde ese momento, lo del inglés fue un constante ascenso. En 2011 se trasladó a la plantilla del Fleetwood Town, donde consiguió el ascenso a la Ligue Two (Tercera de Inglaterra) y anotó 31 goles en 36 partidos.
¿Cuál sería su tope? ¿Hasta dónde podría llegar Vardy? El Leicester de la Championship (segunda de Inglaterra) pagó un millón de libras por el delantero. Es decir, aproximadamente un millón y medio de dólares. No fue una decisión fácil para el club. Su pasado generaba dudas, miedos. Sin embargo, pero se confió en él.
Y en un principio, Vardy pagó mal.
"Vardy comenzó a beber a diario y no sabíamos qué hacer", dijo Aiyawatt Srivaddhanaprabha, vicepresidente del Leicester, en una entrevista. Vardy pensó que ese millón de libras era su tope y volvió al alcohol. Solo hizo cuatro goles en los 26 partidos que jugó.
Nigel Pearson, el técnico de ese momento, volvió a confiar en él. Con Becky al costado, retomó el control de su vida personal y en la temporada 2013/14, consiguió el ascenso con el Leicester anotando 17 goles y siendo elegido como el mejor jugador de la temporada. Lo había logrado. Desde ese momento, Vardy empezaría a escribir una historia de película en la Premier League.
Su primer año en la Premier no fue bueno. El conjunto inglés peleó la baja y se salvó de volver a segunda división. El atacante solo anotó cinco goles. Es más, el club lo multó por un acto racista contra un japonés, lo cual pudo haber sepultado la carrera del inglés.
Pero Vardy se arrepintió, pidió disculpas, y con la ayuda de Becky y la motivación de sus hijos, vino lo bueno para el atacante. Inglaterra lo convocó el 21 de mayo del 2015. En ese momento se dio cuenta que no podría equivocarse de nuevo.
NO VOLVER A CAER
Esta vez no lo celebró con alcohol. No llenó esa parte de su vida con cerveza y malas noches, sino de goles y triunfos. Claudio Rainieri sustituyó a Nigel Pearson en el Leicester, el técnico que le dio la confianza a Jamie Vardy. Pero, quizás por primera vez, el inglés se portó como profesional y encontró en el italiano un propulsor, que lo llevó a anotar 22 goles en la Premier League y convertirlo en la figura del equipo campeón de Inglaterra.
El atacante está en el equipo ideal de la Premier League, superó la marca de Ruud Van Nistelrooy con once goles consecutivos en Inglaterra y dejó atrás al Vardy de la tobillera electrónica. Es ahora una figura. A tal punto de hablarse de un supuesto interés del Barcelona.
Vardy ha vivido todo lo que se debe vivir para apreciar la vida, y no parece que vaya a desperdiciarla. El mérito está en el esfuerzo.
Celebración del título en casa de Jamie Vardy
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(EZ)