En su momento fue difícil para los hinchas del Manchester United asumir que Cristiano Ronaldo se fuera al Real Madrid a mediados de 2009, y ahora resulta aún más doloroso para los acérrimos fanáticos merengues pensar una y otra vez que quizás el mejor jugador en toda su historia (además de Alfredo Di Stefano) defienda los colores de la Juventus de Italia a partir de la próxima temporada.
'CR7' bien pudo quedarse en el Santiago Bernabéu. Lo tenía todo. Todo. Una hinchada que lo alababa, una ciudad como Madrid en donde ya había construido una familia junto a Georgina Rodríguez, a los mejores jugadores al lado como Luka Modric, Marcelo y Sergio Ramos, y un club con el que bien podría ganar tranquilo un par de Balones de Oro más.
Sin embargo, a veces, la comodidad y tenerlo todo a la mano aburre. La búsqueda de continuar en el olimpo de fútbol también conlleva a tomar un largavistas y ver qué otros horizontes hay en el camino, qué otras posibilidades hay de superación y de conquista de nuevas tierras. Y eso Cristiano Ronaldo lo sabe muy bien.
El facilismo no existe dentro de su vocabulario. Y es que nadie se la puso sencillo desde que era pequeño. Ni el alcoholismo de su padre ni las burlas de sus ex compañeros en Madeira fueron impedimento para que se convierta ahora - porque el fútbol es de momentos - en el mejor jugador del mundo. Casos como el de Lionel Messi toda su carrera en Barcelona habla de una estancia más que todo por comodidad (títulos y mejoras de contrato cada dos años) que de una búsqueda de nueva gloria. Por el contrario, Francesco Totti en la Roma es una historia de amor y fidelidad por una sola camiseta, pese a solo gritar campeón cinco veces a nivel de clubes con la 'Loba'. Un hombre nacido y formado por una ciudad.
Cristiano llegó al Madrid siendo un grandísimo jugador. Se fue del cuadro blanco siendo un 'monstruo' en el deporte rey y llega a la Vecchia Signora como el The Best. El confort para el 'Bicho' se llama ahora Juventus de Turín.