En el país oriental hay menos de 4 millones de personas; sin embargo, todas parecen estar enamoradas del fútbol. Por algo fueron los primeros campeones del mundo y, casi 100 años después, siguen teniendo a jugadores en los mejores equipos. Pero sí hay que recalcar es, sin duda, la posición de delantero. Con Luis Suárez y Edinson Cavani, Uruguay tiene para festejar goles de todos los colores, aunque sus retiros están más cerca que tarde.
El ‘Maestro’ Tabárez ya la ve venir y, como buen experimentado, empieza a trabajar en el laboratorio para conseguir sus reemplazantes a corto y mediano plazo. Dentro de esos ‘9’ con sangre uruguaya que son muy bien valorizados alrededor del mundo está Darwin Núñez –ahora futbolista del Almería–, quien tuvo que remarla más de la cuenta para llegar a dónde está hoy.
Y es que antes de convertirse en el fichaje más caro en la historia del club andaluz (4 millones de euros procedente de Peñarol), el atacante la luchó junto a su familia. Su padre era constructor e incluso a veces trabajaba más de 8 horas para comprarle zapatillas y alimentos; su madre –ama de casa– salía en busca de botellas para luego venderlas y apoyar a su familia.
El sacrificio de ambos permitió que la historia tenga un final feliz, pero también la convicción de Darwin, quien tenía claro cuál era su objetivo en el deporte rey. “Quiero comprarle una casa a mis padres”, dijo cuando empezaba destacar con la camiseta ‘aurinegra’ y, tras oficializarse su llegada al ‘Viejo Continente’, no dudó en mostrar su alegría por poder cumplir lo que se había propuesto.
Momento de dudas
Antes de dar el gran salto, Núñez pasó por uno de los momentos más difíciles de su carrera. Ya era tomado en cuenta en el primer equipo de Peñarol (saltó desde la quinta división), pero fue en Tercera que se rompió los ligamentos cruzados. “Venía haciendo goles y todo se me vino abajo”, soltó.
El golpe emocional fue tan fuerte, que incluso pensó en dejar el fútbol; sin embargo, el sacrificio de su familia le dio fuerzas. Y es que su hermano Junior también pertenecía al equipo capitalino, pero los problemas de sus allegados hicieron que lo deje para que Darwin tenga la oportunidad por la que había peleado. “Tienes futuro”, le dijo cuando dejó el club y no se equivocó.
Un año y medio estuvo alejado de las canchas, pero cuando regresó lo hizo con la personalidad que caracteriza a todos los ‘charrúas’. Aunque seguía teniendo estragos por la lesión de la rodilla, él estaba convencido de su momento había llegado. “Estoy preparado para ser titular en Primera. No quiero ir ni al banco”, dijo en su momento, pero el cuerpo le volvió a protestar.
Tras debutar ante River Plate de Uruguay (ingresó por Maxi Rodríguez), el dolor le volvió a aparecer hasta el punto que salió de la cancha en lágrimas. Volvió a ser operado –esta vez de la rótula– y otra traba se metía en su camino, pero nada era lo suficientemente poderoso como para frenar su constancia.
Para el 2018 fue parte del Sudamericano y mundial sub20, donde empezó a sentir que el camino recorrido daba sus recompensas. Eso sí, todo lo positivo traía consigo mayores presiones que se hicieron sentir para él. Las críticas en redes sociales le afectaban más de la cuenta y fue Axel, psicólogo de la ‘celeste’, quien lo ayudó a superar ese mal trago.
Ya no es ‘loquito celular’ para no volver a pasar por esa etapa y ahora vive un sueño junto a Óscar Washington Tabárez. “Todavía no me doy cuenta de lo que estoy viviendo”, dijo en su momento, pero todo lo ha conseguido con su propio sudor en la frente.
Y aunque algunos en Peñarol no quería dejarlo ir a España, Darwin terminó yendo contra todo y todos para cumplir el sueño de su familia. Ahora pinta a ser uno de los delanteros de recambio para el ‘Pistolero’ y, después de conocer su historia, seguro que ya no hay nada que lo frene.
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