“Perú, Colombia y Brasil son los de mejor nivel en Sudamérica”, dice Hernán Darío Gómez y se me paran los pelos. Zorro viejo, el Bolillo sabe sacarse la presión de encima y de taco nos pasa la chapa de favoritos. Ésa que nunca nos cae bien, porque tendemos a mirar por encima del hombro al rival. No entiendo por qué nos gusta tanto sentirnos superiores y darnos aires de potencia, cuando no nos sobra nada.
Buena parte del éxito del Perú de Ricardo Gareca reposa en la humildad mostrada en todo el proceso. En tener la convicción de que somos un equipo chico y justito, sin grandes estrellas, pero con una propuesta clara y definida, que los jugadores y la afición conocemos de memoria. El Tigre nos ha sacado de la cabeza a ‘los cuatro fantásticos’ y otros disparates que poco aportaban a nuestro colectivo.
Por eso también prefiero ignorar el ranking FIFA. Me rehúso a creer que le llevemos 40 puestos de ventaja a Ecuador. Tampoco siento que seamos superiores –y tampoco inferiores, cabe aclarar– a Polonia, Rumanía, Irlanda o Senegal, entre otros equipos a los que antecedemos en esa clasificación. Las cosas son más parejas, en realidad, y todas éstas son selecciones con las que podríamos ganar o perder sin hacer drama.
Mañana –y siempre– lo que toca es jugar serenos, conscientes de nuestras fortalezas y debilidades. Recordando además que es un partido de preparación, nada más. Y convencidos siempre de que cuando mantenemos el compromiso, la disciplina táctica y la solidaridad, somos un adversario de cuidado para cualquiera.
Escribe: Guillermo Denegri
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