Cuando anunciaron al británico Robbie Williams (artista pop-rock) como acto principal de la Inauguración del Mundial Rusia 2018 dije "bien, pero podría ser mejor". Y es que en las últimas ediciones de esta clase de ceremonias - no solo de la Copa del Mundo, sino también de otros grandes torneos como la Euro y Champions League -, se ha perdido la oportunidad de tener a alguien netamente 'rockero' como gran protagonista. Uno de esos grupos que con un acorde y un parlante al lado te despeinan por completo.
Ojo, no estoy en contra de otros géneros como el pop y la música electrónica, pero sí ante el monopolio que estos últimos abarcan, para colmo, en los eventos de cierre. ¿No se acuerdan, por ejemplo, del tremendo show que regaló Paul McCartney en los Juegos Olímpicos Londres 2012? ¿No recuerdan lo hermoso que suena Un Estate Italiana de Edoardo Bennato y Gianna Nannini para el Mundial Italia 1990?
Miremos solamente el Superbowl, que año a año nos sorprende con su puesta en escena y espectáculos muy difíciles de igualar (hace uso de todos los géneros habidos y por haber). Algo así quise ver en Rusia 2018. ¡Montan y retiran el escenario del estadio en cuestión de minutos! The Rolling Stones, The Who, Red Hot Chili Peppers, U2, los inacabables ZZ Top y hasta Aerosmith con un como Steven Tyler monumental fueron parte del show de medio tiempo, alabado a a nivel mundial. Y qué tal esa función Coldplay-Bruno Mars de 2016. ¡Fue tremenda!
El rock tiene ese "no se qué" que de un momento a otro te puede cambiar de ánmo. Un solo de guitarra contagia a propios y extraños, y qué momento más memorable que el inicio de un himno de este género con un redoble de tambores que haga parar de sus asientos a todo un coliseo.
Qatar 2022 tiene la gran chance de poner nuevamente al rock en los ojos del planeta fútbol. ¿Propuestas para la gran cita dentro de cuatro años? Sobran: Arcade Fire, Queens of the Stone Age, Muse e incluso Bon Jovi podrían devolver al rock al lugar que se merece: EN LO MÁS ALTO.