Aún no completo mi álbum Panini, pero la figurita más repetida no está ahí, está en la redes: es la foto en el aeropuerto con sonrisa de Edison Flores: de Oreja a Oreja.
No existe otra expresión en la cara de los peruanos que viajan a Rusia. Muchos de ellos nunca se subieron a un avión, algunos tal vez renunciaron al trabajo e incluso hay quienes terminan su relación porque su pareja no los entiende. Sin embargo, todos tienen algo en común: parten con la ilusión de cumplir el sueño de niños. Y les tengo envidia.
Ya quiero estar allá. Es muy lindo todo lo que está pasando. Pocas cosas nos dieron tanta alegría como país. Tal vez la designación de Machu Picchu como maravilla mundial o cuando sacaron la Moradita del mercado. Disfrutemos de este momento que es nuestro. Seamos felices, seámoslo siempre.
Me encanta que la gente vaya a chambear con la camiseta puesta. Que se vendan cuadernos, chancletas, calzoncillos, colchones y hasta los waters blanquirrojos.
Yo aún estoy en Lima. Tengo la suerte de que mi trabajo me permite viajar a Rusia. Soñé mucho con este día, no sabía cómo pero tenía que ir. Compré pasajes, entradas y una botella de pisco. Hay que demostrarles que es mejor que el vodka.
La emoción me llevó a comprar todo y olvidarme del resto. Irme a Rusia a cumplir mi sueño significaba dejar aquí a mi familia, a mis amigos, a mi enamorada. No podía no estar con mi selección, pero tampoco quería dejar a mi viejito justo antes del Día del Padre… Quiero abrazarlo después del primer gol de Paolo a Dinamarca.
No quería dejar a mis hermanos, con quienes compré un televisor grande para ver juntos los partidos. No quería dejar a mi flaca, que cumple años justo el día del Perú-Francia, aunque por lo menos ya sé que regalo le voy a traer: los tres puntos… y seguro algún abrigo ruso. No quería dejar a mi abuelita. Quién sabe cuánto la emocione un gol del ‘Orejas’ y bueno… ustedes saben. No quería dejar a mi mamá. A ella si la llevo conmigo por lo menos en el subconsciente. Y sí, me voy a poner chompa, no te preocupes que en Rusia es verano.
Jamás pensé escribir una columna, ni que algo que se veía tan lejano, esté aquí nomás. Estamos en el Mundial. Grábatelo. Sonríe. Tócalo, que es realidad.
Y aquí estoy yo, escribiendo en Times New Roman, mientras empaco mi chullo ruso y mi camiseta de la Copa América 2011. Cábala, pues.
Algunos tenemos la suerte de poder viajar a cumplir el sueño, pero esta columna no es para ellos. Está dedicada a los que dejé.
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