Las redes sociales se incendiaron, luego de publicar mi primera columna en Depor. Me llovieron todo tipo de comentarios. Y yo no dudé en abrir el paraguas.
Les agradezco de corazón por su sinceridad. Son libres en criticarme o elogiarme. Pero me quedo con la buena onda de muchos, que aún confían en mi talento y en mi sed por ser mejor cada día.
Mi sueño todavía es ser un crack de colección. Nadie me lo puede quitar, menos a estas alturas, cuando paso por un excelente momento anímico. Claro, todo eso se lo debo a mi esposa y a mis cuatros hijos. Con ellos, todo. Sin ellos, nada.
A mis 27 años, entendí que la tranquilidad familiar marca la carrera de un futbolista. En mi caso, encontré el amor. Me di cuenta que ya no podía perder más tiempo y senté cabeza. Créanme, muchas cosas cambian para bien.
Por ejemplo, me siguen llamando crack, pero yo ya no me agrando. Más bien, esos comentarios me sacan una sonrisa, los tomo con respeto y me motiva a seguir caminando hacia la misma dirección. Siempre, tratando de sumarle cosas a tu repertorio, para seguir vigente y dando qué hablar. Reinventarse cada cierto tiempo resulta ser –inclusive- un ejercicio de fe.
¿Qué si mi sueño es jugar las Eliminatorias Qatar 2022? Por supuesto. Es el siguiente objetivo. El no tener contacto con el comando técnico del profesor Ricardo Gareca, no me ha desanimado en lo absoluto. Al contrario, es un estímulo a mi alma de león herido.
Solo una reflexión final para los puritanos. En la vida, todos nos equivocamos. Médicos, abogados, arquitectos, etc. Levantarse es más difícil. Solo los valientes somos capaces de hacerlo.