Pese a que el consumo de algunos alimentos y una mala estructuración de la dieta puede dar lugar a la aparición de fuertes dolores de cabeza, la verdad es que tanto cefaelas como migrañas se producen, a veces, por otros factores que no tienen que ver con la alimentación.
Déficit de vitamina B2 y vitamina C
Diversos estudios científicos han relacionado también el déficit de vitamina B2 con los dolores de cabeza, algo que suele ser menos habitual, ya que la mayoría de personas presenta unos niveles aceptables de esta vitamina, presente sobre todo en los productos proteicos, cereales y derivados. Lo mismo ocurre con la vitamina C, que influye en la síntesis de las postglandinas y podría ocasionar, si se produjese un déficit, cefaleas.
Alcohol
La ingesta de alcohol es doblemente perjudicial para quienes sufren de migrañas o dolores de cabeza. Por un lado, es rico en histaminas, y por el otro es hipoglucemiante, de modo que nunca es recomendable. Los expertos en nutrición y dietas sugieren eliminarlo por completo de la dieta no solo a quienes sufran dolores de cabeza, sino a cualquier persona que desee una alimentación saludable.
Alimentos ricos en histaminas
La alta concentración de histaminas en sangre provoca gran parte de cefaleas. Los nutricionistas recomiendan reducir el consumo de productos ricos en histaminas, que suelen ser los alimentos como embutidos, conservas de pescado, mariscos, pescados congelados y quesos. Otro alimento de consumo frecuente rico en histaminas es el aguacate y el cacao, presente en la mayoría de chocolates y dulces.
Desde queso cheddar hasta las nueces
Son los alimentos conocidos como precipitantes, cuya ingesta unas tres horas antes se ha relacionado con la aparición de los dolores de cabeza. Algunos de los más comunes son el chocolate, el plátano, los frutos secos, los cítricos, los picantes, el queso añejo (especialmente el Cheddar), los lácteos y algunos aditivos como el glutamato monosódico, presente en numerosos productos procesados.
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¿Cómo ahorrar dinero al cocinar?
Evita las verduras ya cortadas
Ser un poco perezoso en la cocina suele salir caro, así que a la hora de ahorrar lo primero es tener un cuchillo y demostrarte a ti mismo que eres capaz de cortar esa cebolla o zanahoria. No te harás millonario, pero si practicas mucho eso del corte puede que te ahorres algunos centavos para un gustito.
Nada de desechar verduras y frutas: cremas y batidos
Aquí no se desperdicia nada, como diría la abuela, y más si queremos ahorrar. Las frutas y verduras que estén un poco marchitas pueden tener una segunda vida en forma de sustanciosas cremas y refrescantes batidos. ¿Un plátano mustio? A la batidora con un yogur y tenemos un delicioso batido.
Haz caldos
No sólo como ingrediente para otras preparaciones, sino para improvisar una sopa salvadora. Comprarlo hecho no siempre es buena idea. Pon un día la olla y preparar unos litros de caldo para, de paso, aprovechar algunas de esas verduras que ya no están para aguantar más tiempo.
Busca productos de temporada
El sentido común es básico a la hora de hacer las compras y pensar en el menú de la semana o el mes. Si somos de ir al mercado será fácil saber qué está de temporada porque será lo más económico. A partir de ahí, sólo hay que pensar qué cocinar con eso que hemos comprado a buen precio en el supermercado.
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