Tú Paolo, mi Paolo, ¿su Paolo?... Le cantan en los estadios, hacen canciones en su honor y es admirado incondicionalmente por sus entrenadores, el delantero peruano Paolo Guerrero también es un ídolo en Brasil. "Si no fuera peruano, sería candidato a estar en la selección brasileña", expreso en una entrevista hace poco el técnico Odair Hellmann, del Internacional de Porto Alegre, donde milita actualmente el capitán de la Selección Peruana.
Guerrero nació en Chorillos, un distrito de Lima, hace 35 años, pero los brasileños le han adoptado como uno más de la familia después de siete años jugando en Corinthians, Flamengo e Internacional. Criado en las categorías inferiores de Alianza Lima, hizo las maletas rumbo a Alemania para forjarse en el Bayern Múnich y el Hamburgo antes de iniciar en 2012 su carrera en el gigante sudamericano.
Aterrizó primero en el Corinthians y allí conoció a Adenor Leonardo Bacchi 'Tite', actual seleccionador de Brasil y con quien se verá las caras este sábado con Perú por un cupo en los cuartos de final de la Copa América 2019 y el liderato del grupo A. El DT desde el banquillo y Guerrero en el área, entrenador y delantero formaron un binomio letal que llevaron al club de Sao Paulo a vivir una de las etapas más exitosos de su historia.
Juntos ganaron tres títulos: el Mundial de Clubes (2012) ante el Chelsea gracias al solitario tanto de Guerrero; la Recopa Sudamericana (2013), donde también anotó; y el Campeonato Paulista (2013) derrotando en la final al Santos de un tal Neymar. Siguió perforando las porterías de sus rivales hasta convertirse en el máximo goleador extranjero de la historia de la entidad con 54 tantos, 38 de los cuales bajo las órdenes de Tite.
Pero la falta de un acuerdo para su renovación hizo que a mediados de 2015 cambiara de aires para reforzar las filas del Flamengo, el equipo más popular de Brasil y uno de los máximos adversarios del Corinthians. El divorcio fue tan abrupto que la afición paulista le declaró "persona no grata". Por el contrario, el Flamengo le recibió con los brazos abiertos. 'El Depredador' se ganó a la hinchada carioca en pocos días. Marcó en su debut, curiosamente contra Internacional, su actual club y repitió en los siguientes.
Su fuerza, su carácter explosivo y el ímpetu con el que afrontaba cada partido enamoraron a una hinchada flamenguista que le empezó a cantar desde la grada: "¡Acabó el lío, Guerrero llegó!". Sin embargo, su estancia en Flamengo se vio inesperadamente interrumpida por ese positivo por metabolito de cocaína en un control antidopaje. Pese a eso jugó el Mundial gracias a una cautelar de la Justicia, y rompió las negociaciones de renovación con el 'Fla' y fichó por el Internacional en agosto del año pasado.
Su llegada a Porto Alegre fue una auténtica locura. Decenas de aficionados brasileños le esperaron en el aeropuerto y siguieron todo su camino hasta el estadio Beira-Rio, donde fue presentado. "Espero retribuir ese cariño con esfuerzo, sacrificio y raza dentro del campo. Para mí ganar significa mucho y es lo que espero hacer: ganar y celebrar con la afición", afirmó en su presentación.
Como con el Flamengo, Guerrero no falló a su cita con el gol y marcó en su primer partido con la camiseta colorada. La afición en éxtasis y Paolo, emocionado. "Mi vida es el fútbol y solo quiero jugar al fútbol", decía sobre el césped el delantero, héroe de Perú y también de Brasil, donde su gente entrará en un gran dilema existencial si el '9' rompe las redes de Alisson en el Arena Corinthians. ¿Los brasileños gritarán sus goles?
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