Eran las siete de la mañana en Nueva York y Rafa ya estaba en el campo de entrenamiento preparando su partido de la tarde contra Diego el ‘Peque’ Schwartzman por los cuartos de final del reciente US Open. A esa hora no había otro jugador en las canchas de Flashing Meadows. De testigos sólo estaban el equipo periodístico de ESPN, que cubre a toda hora el torneo, y sus entrenadores Carlos Moyá y Francis Roig, que, con claras muestras de sueño, acompañan al tenista a donde vaya. En ESPN nadie entendía por qué el manacorí se había despertado tan temprano a practicar, si había terminado tarde el día anterior y tenía toda la media mañana libre para poder hacerlo. Después, al consultarles a sus entrenadores, entendimos por qué.
Nadal sentía que tenía que reforzar parte de la táctica para el partido contra el “Peque” y que debía aprovechar cada segundo que podía previo duelo. Obviamente fue él quien propuso la sesión de entrenamiento. Moya y Roig ya no se sorprenden de las muestras de profesionalismo y deseo de superación que sigue teniendo el ganador de 19 Grand Slams. Pero nosotros sí.
Seguramente Roger Federer es mejor tenista que Nadal, tiene más talento y todos sus golpes gozan de una técnica perfecta. Y a pesar de eso, el español, a base de sacrificio y mucha cabeza, equiparó fuerzas. Es la lucha entre el violinista y el obrero. Entre el tenista impecable y el deportista intachable. Quizá la mejor disputa deportiva de la historia. Por ahora, en enfrentamientos entre ambos va ganando el obrero con ocho victorias más en el historial. En cuanto a Grand Slams, el suizo lleva la delantera con 20 ganados. Aunque me odien los Federistas, yo creo que ya es un hecho que el español lo va a pasar.
La historia cuenta que la primera vez que Nadal enfrentó a Federer fue en marzo del 2004, en la tercera ronda del Masters Series de Miami. El chaval tenía 17 años y el relojito 22. El español relata en su libro “Rafa, mi historia” que aquel día, Toni, su tío y entrenador, en vestuarios le dijo una frase que siempre estará en su cabeza: “No lo derrotarás con el talento ni con tus golpes brillantes. Siempre tendrá más facultades que tú para sacar un golpe ganador de la nada. Lo que tienes que hacer es presionarlo todo el tiempo, forzarlo a jugar al límite de su capacidad”. Aquel día en Estados Unidos, Nadal venció a Federer por 6/3 y 6/3.
Nadal creció y construyó su carrera profesional escuchando las diferencias de sus habilidades con las de Roger. Al mismo tiempo las lesiones pusieron en peligro su carrera, inclusive los especialistas más destacados se aventuraron a decir que por sus rodillas no podría llegar los 30 años jugando en alto nivel. Pero el español, un competidor por naturaleza, se repuso a todo y se reinventó. Modificó su calendario asistiendo a sólo trece torneos en la temporada. Aprendió a correr menos y mejor. Mejoró notablemente su servicio, cambiando la empuñadura con un grip más continental que le permita tocar más el cuerpo de la pelota. Además, perfeccionó su revés, lo volvió más profundo y veloz. En pocas palabras, dosificó su destreza física y se volvió más letal en el juego.
Ahora Nadal, a los 33 años, atraviesa su mejor momento. Volverá a ser el número uno del ranking ATP desde el 4 de noviembre por su increíble temporada. Ganó Roland Garros y Us Open, llegó a la final de Australia y a semis en Wimbledon.
También, vale la pena recordar que Nadal es el máximo ganador de Masters 1000 con 34 títulos y que en total ha ganado 84 trofeos en su carrera. Con profesionalismo como segundo nombre, Rafael Nadal no necesita ser el mejor tenista para ser el mejor deportista del mundo.
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