Gritos, manos en los bolsillos y uno que otro gesto de furia. Aplaude cuando debe y critica cuando quiere. Diego Simeone se ha convertido en una suerte de estratega que tiene en la lectura de los partidos y la motivación a sus jugadores las mejores cualidades. Esas mismas que lo han llevado a tocar el cielo muchas veces.
Real Madrid es Real Madrid. Analizar al conjunto blanco, en su totalidad, podría considerarse hasta herejía. Su jerarquía en el fútbol mundial y los partidos que ha regalado han engalanado el deporte rey. Su influencia es tal, que, incluso, llega a ser contraproducente para ellos mismos.
Diego Simeone, después de salvar al Catania de Italia del descenso en la Serie A, regresó a su país, con el sueño de un hincha más de ver a Racing campeón. Desde el banquillo, solo pudo lograr el subcampeonato.
La temporada en Argentina acabó y, días después, Atlético de Madrid lo anuncia como el nuevo técnico de la institución. Simeone se haría cargo del cuadro español con la temporada empezada.
Empezó mágicamente. En la temporada 2012/13 fue campeón de la Supercopa de Europa y de la Uefa Europa League, además de terminar segundo en el torneo. Una temporada de ensueño. Pero Simeone tenía un verdugo: Real Madrid.
El argentino llegó a España, y todo el potencial de su equipo se encontró con un muro, un verdugo. Real Madrid derrotaba sin problemas al Atlético de Madrid. Es más, Mourinho lo recibió con una goleada por 4-1, donde Cristiano anotó un triplete. Era un partido de mero trámite.
Diego Simeone no dormía pensando en Real Madrid. Le quitaba el sueño saber cómo vencer. Tropezó dos veces más. Dos a cero y dos a uno. Cada vez la diferencia era menor. Hasta que un día llegó. El partido clave fue la final de la Copa del Rey. Después de 17 años, los 'Colchoneros' la volvieron a levantar.
"Cuando perdimos la última vez que vine a este estadio lo único que pedí fue poder jugar una final contra ellos." Diego Simeone la ganó. En el mismísimo Santiago Bernabéu. Joao Miranda, de cabeza y en el tiempo extra, permitió que su entrenador duerma esa noche, y la siguiente, y la siguiente.
El papel se invirtió. Pero se invirtió completamente. Desde ese momento, Diego Simeone, junto con sus guerreros vestidos de rojo y blanco, se volvieron un duro equipo, sobre todo con el Real Madrid, que hasta ahora no lo puede vencer en la Liga española.
Pero no todo es la Liga.
Real Madrid es el único equipo que he hecho que Diego Simeone sienta la adrenalina de saberse campeón, y la frustración de caer derrotado cuando menos lo esperas.
La Champions League es el único terreno a favor que le queda al Real Madrid. Desde que llegó Simeone, el argentino solo conoce tristezas cuando enfrenta al equipo merengue en esta competición. El recordado 4-1 del 2013/14 y la eliminación, también a minutos de que el juego concluyera, a manos de Chicharito Hernández en la edición del 2014/15 fueron desgarradoras para el argentino.
Esta temporada, los números favorecen a Simeone, pero sabe que la Liga no es la Champions. Este 28 de mayo, después del partido, pueden ocurrir dos cosas con el argentino. O sale triunfando, empoderado y orgulloso de eliminar a un verdugo, o termina hundido en una racha que si no termina ahora, no acabará nunca.
¿Conclusión? Diego Simeone aprendió a ganar gracias al Real Madrid, pero también a perder. Saboreó vencer en una final. Ganar de visita. Ser superior. Pero también se sintió menos. Se sintió chico y sin jerarquía. Esta final será clave para todos, pero aún más, para el estratega argentino. Solo le falta la Champions.
Los partidos de Simeone contra el Real Madrid
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(Eduardo Zani)