Hay muchos casos de superación en el deporte. El de Santi Cazorla es uno de ellos. Después de cuatro años sin vestirse con la roja de España, el volante de 34 años volverá a hacerlo –tras el llamado de Luis Enrique– para enfrentar a Islas Feroe y Suecia. Pero detrás de su nombre en la lista entregada por el seleccionador español hay una historia que le eriza la piel a cualquiera.
Fue en 2017, cuando todavía era jugador del Arsenal inglés, que un médico de las islas se lo dijo sin pelos en la lengua. “Date por satisfecho si vuelves a caminar por el jardín con tu hijo”. El problema era grave: un infierno en el tendón de Aquiles (bacterias que se habían comido ocho centímetros) lo había hecho pasar 10 veces por el quirófano en dos años en los que no pudo patear una pelota.
Su carrera parecía acabada, pero nada es imposible para quien sueña todos los días con un objetivo. El de Santi era volver a jugar al fútbol y hay un nombre que será imposible olvidar para el ahora futbolista del Villarreal: Juan Carlos Herranz –un fisioterapeuta, a quien conocía del 2008, cuando España ganó la Eurocopa–, que hizo magia durante un año en Salamanca.
“Entró cojeando. Era un cojo. Estaba todo de pena. Tenía el pie que no sabía por dónde empezar, cómo hacer”, recordaba Herranz el el diario El País, en agosto del año pasado. Esa era la visión del doctor que tendría que hacer de todo un poco para devolverle la ilusión a un futbolista que se estaba olvidando plenamente de lo que era.
Más de un año después, la labor dio sus frutos. Cazorla empezaba a dar sus primeros toques con un balón en el estadio Helmántico de aquella ciudad española y su felicidad desbordaba su ser. “Estaba feliz, en cuanto veía una pelota se tiraba a por ella”, agregaba el mismo doctor al diario español. Algo había hecho bien.
Terminó siendo de cerámica
Después de la tormenta, llega la calma. Bueno, eso es lo que dicen. En el caso de Santi, la historia se desarrolló tal cual una película americana: con final feliz. A inicios de agosto del 2018, en el Estadio de la Cerámica, en Villarreal, Cazorla era presentado como fichaje estrella para la temporada que estaba por empezar. Él no sabía si sería titular, lo que sí sabía era que ya había ganado el título de su vida.
Fueron dos años en los que estuvo hecho pedazos e, irónicamente, su logro más grande se terminó consolidando en un estadio cuyo nombre tiene ‘cerámica’, ese material con el que se construyen edificaciones tan grandes como lo grande que es el ya veterano futbolista.
El 18 de agosto, en ese mismo estadio donde había sido presentado, el jugador volvía a sentirse profesional: era de Primera. El Villarreal perdería 2-1 ante la Real Sociedad y un pequeño calvario estaba por comenzar: la lucha por no descender. Para Cazorla, después de lo que había hecho, eso era una tarea de niños.
Hoy, a un partido de acabar la temporada, el ‘Submarino amarillo’ ya aseguró la permanencia. En gran parte gracias a su jugador estrella, sobre todo en el 2019. Desde el inicio de año, Cazorla se dio el todo por el equipo –jugó 34 partidos en la Liga y anotó cuatro goles– y volvió a lograr el objetivo: salvarse, otra vez.
Y de tanto sobrevivir, el nacido en la ciudad de Llanera parecía haberse olvidado de vivir, pero nos equivocamos. El 17 de mayo de 2019, la selección tendría una nueva sorpresa para él: su nombre en la lista. Las lágrimas no tardarían en caer, después de tanto haber remado, la vida le dio una nueva oportunidad de disfrutar con lo que más le gusta: el fútbol, eso de lo que tanto sabe y por lo que tanto luchó.
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