Independientemente del cuánto, más importante es el cómo. Y eso implica analizar la forma y el fondo de un resultado que fue positivo para Alianza Lima, pero preocupante a la vez. Porque sus falencias pudieron costarle caro ante un Universitario de Deportes que no supo golpear cuando debido hacerlo; es decir, cuando el trámite del partido les favorecía ampliamente.
Como diría Daniel Peredo. “Una cosa es dominar y otra es controlar”. Y bajo ese concepto, la ‘U’ controló la mayor parte del primer tiempo. Generó hasta cuatro ocasiones de peligro, pero no materializó. Alianza Lima fue más garra, porque aguantó bajo serias deficiencias defensivas de sus laterales y convirtió en la única jugada en ataque que elaboró con inteligencia, con de Kevin Quevedo para Alejandro Hohberg.
No todos los partidos se ganan con las individualidades. Alianza creció porque los de Pedro Troglio se lo permitieron. De hecho, el gran mérito de los cremas fue detectar rápido las limitaciones de Francisco Duclós y José Marina para defender. Y a partir de ahí, Alberto Quintero hizo lo que quiso por las banda derecha, y un joven Anthony Osorio se agrandó ante la experiencia internacional de Miguel Araujo y Gonzalo Godoy.
Alianza la sacó barata en el primer tiempo. Porque fácilmente pudo irse al descanso con un 3-0 abajo, con un ataque, además, livianito y dependiente del fútbol que genere Rinaldo Cruzado en el medio campo. Extrañaron más de la cuenta a ‘Cachito’ Ramírez. Y el título de campeón pesó más en un clásico. La experiencia se impuso ante la rebeldía crema.
Si algo dejó contento a Bengoechea fue precisamente en cómo terminó Alianza el partido: corriendo, generando ocasiones de gol y adueñándose de la posesión. Pero ante Boca Juniors no puede darse el lujo de regalar un tiempo. Ellos si te matan.
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