Minuto 85’ del Clásico. James Rodríguez marcaba el 2-2 en el Santiago Bernabéu y dibujaba una sonrisa en el rostro de Zinedine Zidane. Y no era para menos. Su gol significaba que Real Madrid seguía con tres puntos de ventaja sobre Barcelona en la punta por la Liga Santander. Aunque la alegría no le duró mucho. Como un salvavidas para los culés, Lionel Messi marcó en el minuto ‘noventa y Ramos’ para desgracia de ‘Zizou’.
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La tristeza se apoderó del entrenador merengue. Esta caída duele más porque es ante el clásico rival, ante ese que – desde la vereda del frente – intenta minimizar con ‘amenazantes’ tuits. Sin embargo, ¿en qué radicó el tropiezo blanco que pone en vilo al torneo hasta las últimas jornadas?
Zidane tuvo que ver con los 90’ del desempeño de sus dirigidos. Desde la alineación, el entrenador francés falló al poner a Gareth Bale. Si bien es cierto que el 'Expreso de Gales' se entrenó entre semana con sus compañeros, salía de una complicada lesión a uno de sus muslos por el cotejo de ida ante Bayern Munich por los cuartos de final de la Champions League. ¿El partido pedía tenerlo entre los 11 titulares? Claro que no. Además, no transcendió en su juego: alternó en posición con Cristiano Ronaldo sin ser clave en sus proyecciones por izquierda y derecha.
La 'BBC' ya parece ser un tema de imposición de las altas esferas de la dirigencia del Bernabéu o una insistencia perdida de parte de ‘Zizou’. Su terquedad por querer tener al tridente desde el arranque para los principales encuentros ha hecho que se haya perdido sorpresa de cara al rival de turno. Ahora, más que todo, se necesita manejo en la parte media del campo.
Según la prensa española especializada, Bale le dijo a Zidane que se encontraba bien. ¿Y es que el delantero pasa de los procedimientos médicos para infiltrarse en un encuentro de tanta trascendencia como un Clásico? ¿Con qué cara el DT le hablará ahora a Lucas Vázquez e Isco, quienes merecían estar desde el arranque por sus últimas actuaciones?
También, el desacierto en el esquema fue insistir en el 4-4-3 a pesar de la salida de Bale y no pasar a un 4-4-2. Luka Modric (que no estuvo al nivel de pasadas fechas), no supo asociarse con Toni Kroos. La tenencia del balón pasó por Barcelona que tuvo a un Sergio Busquets superlativo y a un don Andrés Iniesta lento, pero seguro y hacia el arco de Keylor Navas.
Con la expulsión de Sergio Ramos, el dibujo blanco se perdió. Se llegó a formar con un 3-3-1-2, con James Rodríguez de mediapunta y ‘CR7’ con Marco Asensio como las dos armas de ataque que, aunque desordenadas y con acciones individuales, inquietaron el arco de Marc-André ter Stegen.
“Si no puedes ganarlo, no lo pierdas”. Eso es lo que muchos hinchas del Real Madrid pensaron cuando vieron que en las últimas jugadas el equipo se fue con todo al ataque. Si bien es cierto que también se pudo obtener un gran resultado, era una premisa no salir derrotados para no pasar apuros de cara a las últimas jornadas. Se pagó caro la valentía. Jugaron con la historia como dice uno de los lemas madriditas: “Hasta el final, vamos Real”, pero allí radicó el por qué de la libertad de Lionel Messi para no pararlo en los segundos finales.
Ahora, ¿tirarle piedras a Zidane y sostener que a final de temporada debe abandonar el barco pese a ganar la última Copa de Europa? De ninguna manera. La mezquindad abunda ahora en los momentos difíciles, pero hay que hacerles rebobinar el cassette y sostener que este mismo DT logró alzar la Undécima y el récord de 40 partidos sin perder en el torneo español? Que no se repitan los capítulos de Pellegrini y Ancelotti.
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