Superación. El niño de la academia del Barcelona en Zambia que caminaba cinco horas para entrenarse con su equipo y que se dio a conocer hace pocos días con motivo de su llegada a España para disputar el torneo que enfrenta a todos estos centros deportivos repartidos por el mundo, llegó a Lloret de Mar de la mano de su entrenador, y cumplió uno de sus sueños: conocer a Lionel Messi.
Con apenas 12 años, Japhet Sakala, ha acaparado los focos de la prensa en España debido a su gran historia de lucha y pasión por el fútbol. Japhet ha visto al juvenil sub-19 del Barcelona y se ha permitido darle algunos toques al balón con mucha clase antes de devolverlo al césped cuando éste ha salido del campo en un fuera de banda en pleno partido.
Mientras, Jordi Rovira - su entrenador - lo miraba con cariño y explicaba la historia de este niño de un barrio marginal de Lusaka, al que escogió junto a otra veintena como él para que se integrase a la academia del vigente campeón de LaLiga Santander en Zambia gracias a un patrocinio que brinda esta opción a familias pobres con hijos con talento para el fútbol.
Después de comenzar los entrenamientos, Japhet Sakala desapareció durante dos semanas para regresar y explicar que debía dejar la beca. Tenía que caminar dos horas y media de ida y otras tantas de vuelta desde su domicilio para llegar a la academia y su madre no quería que recorriese solo ese largo camino, sobre todo el de después de la sesión, cuando ya era de noche.
Fue así que Jordi Rovira fue a hablar con la madre, que tiene seis hijos, y reside en un campamento sin baño en casa y con el agua a unos veinticinco minutos de distancia. Le preguntó si no había la posibilidad de viajar en autobús y la mujer le respondió que sí, pero que no podía afrontar el pago del billete, que ascendía a unos seis euros semanales.
Rovira se hizo cargo de ese gasto, pero había otro problema, ya que Japhet tenía que salir de la escuela antes de tiempo para llegar al entrenamiento y la madre tampoco era partidaria de que su hijo se perdiese clases. Instada a conversar con el director del centro para que le adaptase el horario, la mujer explicó que lo había intentado, pero que no la recibían, por lo que el entrenador fue de nuevo el que cogió las riendas de la situación.
Jordi Rovira abonó los 100 euros y, desde entonces, asume también ese gasto y, en sus visitas a la familia, les lleva comida y se hace cargo de necesidades básicas. Y ahora, le ha sacado el pasaporte a Japhet, lo ha traído primero al torneo de academias del Barcelona y, después, a que visite al MIC para conocer de primera mano a futuras estrellas del fútbol.
La explicación de todo ese esfuerzo es que Japhet y Rovira perdieron a su padre recientemente y el primero se convirtió en toda una ayuda para el segundo en los momentos más bajos. El técnico de 29 años quiere lo mejor para su pupilo, aunque es consciente de que su envergadura física no es la idónea para un futuro salto a Europa.
Sin embargo, está seguro de que llegará a la Primera División de Zambia "y eso convertirá a su familia en rica allí, porque esos jugadores tienen un sueldo de unos mil euros que, para ellos, es una fortuna".
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