Gritó como en la final del Mundial Francia 98. La diferencia es que el reconocido chef Timour estaba en la calles La Pizzas de Lima, en pleno corazón de Miraflores, donde los hinchas de la Selección Peruana alentaron tanto que sus gritos estremecieron las murallas del estadio Atahualpa de Quito, donde los de Ricardo Gareca sacaron una victoria histórica ante Ecuador.
Cuando Edison Flores se perfilaba para pegarle un derechazo al arco de Ecuador, el francés anticipaba el primer gol para los de Gareca, con esa convicción que solo un peruano puede sentir en la piel.
Evidentemente, como buen peruano, Timour creyó en ese momento que uno era ninguno. Y con la ambición del caso, se mordió las uñas y agitó su cabeza desesperado, como pidiéndole a la divinidad el segundo gol para que la Selección Peruana cierre con broche de oro una victoria histórica.
Cuando llegó el gol de Paolo Hurtado, el chef Timour perdió el control, como si se hubiera embriagado con un pisco sour o con un Macchu Pichu bien cargado.
No hay duda que, hoy, los extranjeros ya no solo se enamoran de la comida peruana, sino que se contagian de una ilusión hermosa, que esperó paciente más de 30 años.
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