Dicen que en el Perú los jóvenes demoran en madurar. Que es difícil que asuman un reto grande pues partimos en desventaja desde la formación. Tantos jóvenes que regresan del exterior sin brillo y tantos sudamericanos sin gloria, son la baranda perfecta de la que se agarran los que piensan así. Una filosofía que ha llegado a parecer una verdad absoluta, pero que no deja de ser relativa.
Agosto es especial para todos nosotros, es el mes en el que los que tenemos menos de 35 años recordamos nuestro primer y único mundial. Ahí, un grupo de jóvenes nos demostraron que sí se puede. Pero uno en especial dejó claro que no importa la edad, ni la nacionalidad para ser fuerte y sobreponerse a todos los obstáculos.
Y es que, ¿cómo jugar al fútbol cuando tu pueblo es azotado por el terremoto más brutal, tu casa yace en ruinas y algunos miembros de tu familia están en grave peligro? La respuesta nos la dijo Jairo Hernández, el 'pisqueño', que, quizá no el más recordado de aquella generación 'jotita', pero tal vez fue uno de los más importantes. Muy aparte de la tragedia que vivió, sin él, quizá, nunca habríamos podido consumar nuestra clasificación a Corea del Sur.
La vida de Jairo Hernández en la Selección Peruana da para hacer varios capítulos. Alegres y tristes. Y primero comenzamos con los buenos recuerdos. El gol a Argentina, ¿Por qué pateaste el penal?, ¿Estaba ensayado?, ¿Sabías lo que significaba anotar o no?
Nadie quería agarrar la pelota y yo entré con confianza. Se dio el gol, se metió la pelota y medio una tranquilidad. No sabes, en un momento quise llorar, pero me aguanté. Finalmente mis compañeros llegaron y nos abrazamos. No sabía que lo iba a patear, fue de momento. Nadie se acercó a la pelota, caballero fui desde atrás. Felizmente entró, si no la hacía, imagínate, todos me abollaban.
De repente eras muy chico como para darte cuenta, pero ese gol se convertiría en el último, hasta ahora, que no llevaría a un mundial, ¿Cómo llevas eso?
Con tranquilidad. En ese momento no lo imaginé, simplemente me atreví porque ninguno de mis compañeros se acercaba a tomar la pelota. Yo creía que Ávila u otro delantero iba a querer patear, pero yo tuve la confianza. Ahora espero que ese tanto no sea el último.
Diez años ya de la hazaña de los 'Jotitas', ¿Qué es lo que más recuerda Jairo Hernández?
Recuerdo que no me hablaba mucho con mis amigos al principio, creo que con ayuda de mis padres y el grupo que se hizo unido llegamos muy lejos y logramos la clasificación. Lo que nos transmitió el profesor Oré fue muy importante.
Uno hace muchas cosas por la familia, en esa ocasión dejamos mucho, pero estábamos ilusionados. Recuerdo que nos daban pastillas para poder asimilar que cuando estábamos de día, allá era de noche y viceversa. Hacía demasiado calor, pero es un país bien bonito. Nosotros salíamos y queríamos quedarnos afuera. Lamentablemente solo nos daban permiso dos horas. Llevamos nuestros propios chef y comíamos las mismas cosas que en Perú. Aunque si probé la comida coreana. Era distinto, no se compara con la peruana.
Perú llegó al Mundial como una de las 'Cenicientas'; sin embargo tuvo una gran fase de grupos y quedó entre los 8 primeros ¿Cuál fue la clave de los 'jotitas'?
Recuerdo que fuimos partido a partido, eso fue lo importante. Ganamos en el debut con gol de Bazalar, pero no nos excedimos. Ya estábamos concentrados en el partido con Togo, que fue muy duro, y al final logramos clasificar contra Costa Rica.
Nuestra motivación, en esa fase de grupos, fue la gente afectada por el terremoto. Salimos mentalizados.
Una vez que pasamos la primera ronda, nuestra meta era muy alta. Contra Ghana, ellos parecían mayores, adultos, y tenían otra velocidad. Nuestra idea era aguantar el cero lo más que podamos, pero nos superaron. Parecía que ya se conocían desde antes.
En pleno mundial se enteraron de la noticia del terremoto en Pisco, ¿Cómo lo tomaste?, ¿Qué te impulso a seguir jugando mientras sabías que tu familia podía estar en peligro?
Me enteré jugando, después de enfrentar a Corea me lo comunicó mi hermano. Ya sabía por noticias lo que pasaba, pero no todo. En ese momento optaron por mantenerme al margen, de lo de mi casa (se derrumbó) y sobre mi tía (falleció). Igual yo estaba muy preocupado porque el epicentro fue Pisco. Me hablaron mucho, me dieron la tranquilidad, así que saqué fuerzas y seguí.
Cuando acabó el Mundial, me enteré de todo, pero otra vez pude salir adelante. Uno imagina los grados del terremoto y le da miedo, pero siempre voy para adelante. Felizmente creo que pudimos darle una alegría a todo el pueblo y yo, 10 años después, con mucho apoyo, puedo decir que estoy bien, que superé todas esas cosas que en un momento parecían muy complicadas.
Muchos pensaron que esa generación de futbolistas se convertiría en nuestro futuro; sin embargo 10 años después la realidad es muy dura, ¿Qué crees que pasó?
Creo que era para seguir y mantenernos, debimos ser mejores jugadores. Creo que nos separamos, yo pensé que iríamos varios al exterior. No sé qué nos pasó, creo que no nos organizamos bien. El grupo que tuvimos fue muy unido, creíamos en nosotros. Me parece que eso ha faltado. Eso y también las experiencias.
¿Cómo es la vida de Jairo Hernández ahora?
Estoy estudiando, trabajando, todo tranquilo. En el fútbol estoy jugando Copa Perú, he tenido muy mala suerte porque todos los años me lesiono. Espero mejorar para poder tener un año tranquilo y sino meterme de lleno al trabajo.
Tengo a mi hija Ishana Danae y por ella doy todo. Es mi gran tesoro y me ayuda a mirar siempre para adelante.
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