En Madrid, muy lejos de su estadio Monumental que les fue vetado, River se proclamó este domingo campeón de la Copa Libertadores tras derrotar por 3-1 (5-3 global) a Boca en una controvertida final desplazada a Europa por la violencia ocurrida en Buenos Aires.
Esperada como "la final del siglo", la contienda culminó con dos semanas de retraso tras el ataque al autobús de Boca Juniors en el Monumental y su traslado a la otra orilla del océano Atlántico ya con un nuevo calificativo: la final de "la vergüenza".
En el emblemático estadio Santiago Bernabéu, un gol del colombiano Juan Fernando Quintero (109’) y otro de Gonzalo 'Pity' Martínez (120’+1’) dieron a River Plate su cuarta Copa Libertadores y el pase al próximo Mundial de Clubes, que empieza en tres días en Emiratos Árabes.
Tras perder la localía, los hombres de Marcelo Gallardo tuvieron también que sobreponerse al gol inicial de Darío Benedetto (44’), igualado por Lucas Pratto (68’) para forzar una prórroga que los boquenses terminaron jugando con nueve jugadores por la expulsión del colombiano Wilmar Barrios y la lesión de Fernando Gago.
En un partido reñido, la batalla se dio en el césped y en la tribuna, con miles de hinchas de ambos clubes animando sin parar con bombos, bufandas, banderas y pancartas que teñían de blanco y rojo y azul y dorado los dos goles opuestos del estadio donde no se registraron incidentes.
Nada que ver con lo ocurrido en el Monumental, cuando un grupo de hinchas radicales de River Plate atacaron con piedras y gases lacrimógenos el autobús de Boca Juniors, causando heridas a dos jugadores.
La Conmebol aplazó el encuentro y finalmente lo trasladó a Madrid contra el criterio tanto de River Plate, que perdió la localía, como de Boca Juniors, que exigió en vano la victoria en los despachos.
Fuente: AFP